Conoce las acciones de la guerrilla urbana Direct Action, en la que militaban varios músicos procedentes de la escena punk de Vancouver

Direct Action: Punk y guerrilla urbana

Durante los últimos años de la década de 1970 y principios de la de 1980 hubo en Canadá una gran comunidad anarquista que fue particularmente activa en luchas como la abolición carcelaria, feminista, nativa, ambiental, contra el capitalismo, en favor del Tercer Mundo y otros movimientos solidarios. Mientras seguían trabajando dentro de estos movimientos, algunos anarquistas comenzaron a adoptar tácticas de acción directa que fueron más allá de los límites legales definidos por el estado. Tomaron acción directa no porque no pudieran controlar su rabia, sino como parte de una estrategia a largo plazo para construir un movimiento revolucionario que estaría más allá del control de las corporaciones multinacionales y del estado.

Un grupo aún más pequeño dentro de este movimiento decidió iniciar una campaña de guerrilla: pasar a la clandestinidad para evitar un posible arresto y encarcelamiento. Este grupo surgió en Vancouver, se denominó Direct Action, aunque también es conocido como The Squamish Five o Vancouver Five. Los cinco fueron Ann Hansen, Brent Taylor, Doug Stewart, Juliet Caroline Belmas, bajista de la banda punk No Exit; y Gerry Hannah, que previamente había sido el bajista de The Subhumans.

En 1982, los Cinco de Vancouver decidieron pasar a la acción directa, vandalizando las oficinas del Ministerio de Medioambiente de British Columbia, mientras comenzaban su formación en el uso de armas y explosivos. A finales de mayo de 1982, colocaron una bomba en la subestación de BC Hydro y en octubre, detonaron una furgoneta bomba con media tonelada de dinamita en Litton Industries, que fabrica un dispositivo que servía de guía para los misiles del ejército estadounidense. 

Direct Action también se involucró en la lucha contra la industria de la pornografía al participar en un movimiento más amplio, conocido como Wimmin’s Fire Brigade, que realizó diversas acciones contra tiendas de la cadena Red Hot Video. Esto puso a la policía sobre su pista y posibilitó su detección de película a comienzos de 1983.


  1. The Squamish Five
  2. El punk, por Ann Hansen
  3. Las bandas de la escena
  4. The Right To Be Wild
  5. Paso a la clandestinidad
  6. Acción directa
  7. Un arresto made in Hollywood
  8. El alegato de Ann Hansen
  9. Otros recursos:
    1. Podcast Radio Condenado
    2. Documental ‘Direct Action : Ann Hansen and the Squamish Five’
    3. Libro ‘Direct Action : ‘Ann Hansen and the Squamish Five’

The Squamish Five

Brent Taylor

Está considerado como el líder intelectual de Direct Action. Fue sentenciado a nueve años de prisión por su papel en el atentado de 1982 de la planta de armas de Litton Industries, que se cumplió simultáneamente con 22 años por conspiración para robar un camión blindado de un banco, delitos con armas, allanamiento de morada y robo de coches.Fue liberado después de ocho años.


Doug Stewart

Es uno de los miembros de Direct Action del que menos se sabe, sobre todo tras su paso por prisión para cumplir la condenada que le fue impuesta por el tribunal. Sin embargo fue el que menos estuvo en prisión., aunque tuvo que cumplir cuatro años de una sentencia de seis.

Ann Hansen

Activista política y medioambiental desde la década de los años 70. Viajó por Europa, conociendo diversas formas de activismo en unos años en los que en el Viejo Continente estaban en activo organizaciones armadas como la R.A.F. I.R.A. o Brigadas Rojas.

Tras su periplo por Europa, donde es violada, regresó a Canadá y participó en diversos movimientos a favor de la defensa del medioambiente, pero se fue desencantando progresivamente a medida de que los resultados no llegaban utilizando los canales democráticos.

A comienzos de los años 80, junto a otros cuatro activistas comprometidos con la causa, pasó a la clandestinidad para formar parte de una pequeña célula llamada Direct Action y tomó parte de varios atentados con bombas. Ataques contra empresas que dañaban el medioambiente; multinacionales dedicasas a la fabricación de armas y misiles; o sucursales de una conocida cadena de vídeos pornográficos.

Después de su arresto en 1983 y el posterior juicio, Ann Hansen recibió la sentencia más dura de los cinco. Fue sentenciada a cadena perpetua, aunque fue puesta en libertad condicional después de siete años en prisión. Antes de conocer la sentencia, Ann Hansen leyó un contundente alegato, que figura en este reportaje, y tras conocer la pena, lanzó un tomate podrido al juez.

Hansen escribió sobre sus experiencias en su libro de 2002, ‘Direct Action: Memoirs of an Urban Guerrilla’. Es activista por los derechos de lxs presxs y publicó su libro ‘Taking the Rap: Women Doing Time for Society’s Crimes’ en 2018.

Juliet Belmas

Bajista de la banda punk de Vancouver No Exit antes de ser arrestada como miembro de Direct Action y fue sentenciada a 15 años. Salió después de 7 años y estudió en el Instituto de Arte y Diseño Emily Carr y produjo algunas películas y trabajó en fotografía para muchas películas filmadas en Canadá.


Gerry Hannah

También fue conocido como Gerry Useless y fue el bajista de The Subhumans antes de formar parte de la organización Direct Action (1978-1981) y también después de su paso por prisión (2005-2010). Fue declarado culpable de conspiración para robar un vehículo blindado y posesión de un arma robada. Sentenciado a diez años de prisión, aunque fue liberado tras cumplir cinco.


El punk, por Ann Hansen

Como hemos visto, las conexiones entre Direct Action y la escena punk de la ciudad de Vancouver eran claras. Tanto Julie como Gerry fueron respectivamente bajistas de las bandas No Exit y The Subhumans, además de participar en la organización de muchos conciertos solidarios en los que actuaban muchas de las bandas de la escena de Vancouver. 

Sin embargo, el resto de los integrantes de Direct Action no estaban tan involucrados en la escena ni tampoco en la música. Por ello, las palabras de Ann Hansen recogidas en el libro ‘Direct Action: Memoirs of an Urban Guerrilla’ sirven para ver su visión de la escena punk de la ciudad a través de los ojos de una profana y sus reflexiones tras asistir a un concierto punk en el emblemático The Smiling Buddha de Vancouver. Por ejemplo, en una visita de Julie y Gerry a la casa en la que vivía junto a Brent, Ann recuerda que “por la expresión de su rostro, me di cuenta de que Brent estaba tan sorprendido como yo cuando Julie y Gerry aparecieron en nuestra puerta la noche siguiente. Estaban vestidos de cuero con cadenas de metal, brazaletes y aros. Julie había rodeado sus ojos azul claro con una gruesa capa de rímel negro, dándole un aspecto casi egipcio. Desearía tener el coraje de vestirme tan exóticamente”.

Cambiarlo todo para que nada cambie

A principios de la década de 1980, el punk era la música de la rebelión, reemplazando la música rock cooptada de la década de 1970. Los chavales que vinieron al The Smiling’ Buddha tenían padres que habían crecido a finales de los 50 y 60 escuchando rock ‘n’ roll, los Rolling Stones y Bob Dylan. Al crecer, estos niños habían escuchado mucho rock en la radio y estéreo familiar. A principios de la década de 1980, las letras rebeldes de los 60 contrastaban fuertemente con los estilos de vida y las imágenes de los músicos ahora ricos y envejecidos. Había algo conmovedor e hipócrita en ver a un millonario de 45 años con unos vaqueros de diseño cantar sobre ser «un vagabundo errante, sin dirección a casa«.

«Los padres de la generación punk habían crecido después de la Segunda Guerra Mundial con una dieta constante de esperanza y posibilidades en un época en la que el idealismo aún era posible. Había trabajo y dinero. Pero cuando la guerra de Vietnam comenzó a hacer mella en la juventud estadounidense, también despertó la conciencia de los jóvenes sobre los males sociales que amenazaban sus sueños de una sociedad ideal«.

«El movimiento de los derechos civiles subrayó cómo, incluso a mediados de los 60, para los negros el derecho al voto existía solo en teoría, y la píldora anticonceptiva provocó que las mujeres se liberasen sexualmente y exigieran la igualdad de oportunidades en el plano laboral. Los baby boomers lucharon por sus ideales y de muchas maneras ganaron«. 

«Ayudaron a poner fin a la guerra de Vietnam. Los negros ganaron el derecho al voto, y las escuelas dejaron de ser segregadas. Las mujeres ya no estaban obligadas a tener familias numerosas y quedarse hogar al cuidado de sus hijos. Pero las luchas de los 60 no resultaron en una revolución. La América Corporativa aprendió a afinar la maquinaria capitalista. Se podía ganar mucho dinero vendiendo cosas que querían los baby boomers, como comida sana, blue jeans, productos reciclados y conciertos de rock. Se tuvieron que hacer algunos sacrificios, pero al final la máquina funcionó más engrasada que nunca».

«Terminó la guerra de Vietnam, se promulgaron leyes contra la contaminación y se implementaron programas de acción para compensar un larga historia de discriminación contra mujeres y personas de color. Pero debajo de estos cambios simbólicos, nada realmente cambió. Un caballo de otro color sigue siendo un caballo. Las luchas de los 60 no cambiaron el sistema económico ni los valores en los que estaba basado«.

«Los padres de los punks adolescentes fueron seducidos por la complacencia a través del hábil marketing de la ilusión sobre la América Corporativa que iba avanzando hacia una sociedad libre de contaminación, con igualdad de oportunidades para todos«. 

«Tanto hombres como mujeres pueden conducir hasta sus oficinas corporativas en sus BMW escuchando la música de Bob Dylan o a los Stones. Los fines de semana, las mujeres trabajadoras podían ponerse sus sandalias Birkenstock y comprar en la franquicia local de alimentos saludables o elegir en el supermercado productos «naturales» de una fila tras otra de productos «verdes» empaquetados«. 

«Ahora las mujeres tenían la opción de trabajar fuera de casa, aunque la elección de quedarse en el hogar se estaba volviendo cada vez más una opción exclusiva para los ricos, ya que la casa, el automóvil y dos o tres niños ahora parecían obligar al trabajo a los dos padres para poder seguir consumiendo y mantener el ritmo de vida. Pero debajo de estas ilusiones, la fuerza de la economía se mantuvo sin cambios: beneficio a toda costa«.

La generación del “no future”

«A diferencia de sus padres, desde la escuela pública los punks adolescentes habían crecido aprendiendo sobre la contaminación, la guerra nuclear y el control de la natalidad. También les habían enseñado a no hablar con extraños ni a alejarse mucho de sus patios de recreo porque pervertidos y otros peligros acechaban por todas partes. El mismo parque público que en la década de 1960 había evocado imágenes de niños jugando inocentemente en columpios y en cajas de arena era ahora un lugar potencialmente letal donde los niños eran vigilados ​​de cerca en caso de que encontraran una jeringa sucia, o ante la presencia de ese hombre sentado en el banco con pinta de exhibicionista o, peor aún, de secuestrador de niños«.

«En la escuela, estos niños fueron empujados a tomar decisiones sobre sus carreras futuras a la edad de 12 años, los pocos privilegiados que podían permitirse ir a la universidad terminarían en el cauce adecuado que les conduciría a trabajos bien remunerados. Ellos no tendrían recuerdos de la infancia de jugar sin supervisión en el arroyo local o jugar al béisbol en un campo de pasto para las vacas. En cambio, recordarán estar sentados en sus habitaciones jugando juegos de ordenador o asistiendo a algún deporte organizado supervisado por un equipo de adultos«.

«Los chicos del The Smiling Buddha eran los que se habían cansado de la constante supervisión y control por parte del mundo de los adultos. A menudo eran los que no venían de familias que podían pagar la costosa educación tan esencial para conseguir un trabajo bien pagado. Como su música nos recordaba con tanta frecuencia, el suyo era un mundo sin futuro, sin esperanza. Su música estaba llena de advertencias de suicidio y muerte, gritos de angustia, desesperación e ira«.

Bienvenidx a la escena punk

«The Smiling Buddha era un bar abandonado en una calle lateral, entre varios restaurantes chinos en mal estado, frecuentado por drogadictos y prostitutas de la costa Este. Se había convertido en un infame bar punk donde tocaron bandas de gran notoriedad en la costa Oeste y fue el lugar donde todos los grupos de punk de Vancouver hicieron su primer concierto. Era un sitio emocionante al que ir, no solo por la música sino también porque solía haber arrestos por parte de la policía por ser menor de edad, beber o consumir drogas abiertamente«.

«Una enorme bola de discoteca formada por cientos de fragmentos de espejo daba vueltas y vueltas, reflejando luces de colores alrededor de la sala. Le dio una luz al cuarto oscuro lleno de adolescentes. Era como si alguien hubiera puesto un disco de música pero a la velocidad en 78 RPM en lugar de 45, y todo fue envuelto en un frenesí de baile salvaje, con la excepción de la bola de discoteca que giraba serenamente dando vueltas«. 

«Empezamos a cruzar la habitación, cuerpos sudorosos saltando arriba y abajo y lanzándose uno contra el otro en un baile acertadamente llamado slam. A medida que nos acercábamos al viejo escenario de madera, situado a unos tres pies sobre el suelo, me di cuenta que los adolescentes se subían encima para luego arrojarse a la masa de cuerpos que se retorcían debajo de ellos. Esto me recordó un ejercicio, diseñado por psiquiatras, en el cual una persona se deja caer hacia atrás, confiando en ser atrapado por su pareja antes de impactar con el suelo. Pero en este caso el ejercicio había alcanzado su forma definitiva en la que el individuo tenía que confiar en una masa de extraños, que no se concentraban en absoluto en la actividad«.

«Tenía al menos siete años más que la mayoría de la multitud y nunca antes había estado en un bar punk, así que todo esto era nuevo para mí. Brent y Angie también eran mayores, pero parecían conocer a todo el mundo: organizaron muchos conciertos benéficos en los que actuaban estas bandas. Finalmente encontramos un lugar en una mesa contra la pared donde podría sentarme y ver el espectáculo. Me recordó a algunas purgas tribales del alma en la que los participantes pierden el conocimiento y dejan escapar todos sus sentimientos reprimidos mediante el movimiento«. 

«Se habían perforado varias partes visibles del cuerpo; nariz, orejas, cejas, pechos, …  Mucha gente estaba cubierta de tatuajes. Los bailarines llevaban ropa vieja que supuse era del Ejército de Salvación o de alguna tienda de beneficencia, ciertamente no era ropa del centro comercial. Algunos de ellos rasgaron las ropas hasta llevar solo jirones por camisetas y pantalones sudados. A los bailarines les faltaba el color en la vestimenta, pero lo compensaron con creces con el color del pelo. Cada color fluorescente que odiaba estaba representado; rayas de color rosa flamenco, verde y naranja fosforito a través de espigas negras rociadas con spray para el cabello«. 

«Fue espectacular, como si hubieran salido de una deformación del tiempo de la década de 1970 donde una bola de discoteca lanzaba lentamente sus puntitos de luz de colores alrededor de una habitación llena de primitivos tribales retorciéndose cuyo cabello había sido atacado por bombas pulverizadoras fluorescentes y futuristas«.

«Angie y Nick habían dejado sus asientos y se habían fundido en la masa de cuerpos que se balancean. Brent y yo nos sentamos en silencio mirando a la multitud. Me encontré fantaseando con que este grupo de chicos desilusionados algún día se convierten en heroicos revolucionarios y canalizan su ira y desesperación en algo constructivo«. 

«Nunca pude imaginar a cualquiera de estos chicos marginados caminando por la acera, con maletines en mano, de camino a sus oficinas corporativas. En cambio, los imaginé encontrando fuerza en la lucha contra un sistema que les dejó sin futuro, sin esperanza. Pensé que convertirse en revolucionarios era el único futuro positivo para unos adolescentes que de otra manera terminarían como drogadictos o encarcelados si continuaban por el camino que ahora estaban siguiendo«.

¿Sabías que…

… uno de los temas más conocidos de D.O.A., como es el caso de «Fucked Up, Baby«, no es original suyo? The Skulls compusieron esta canción que acabó en los discos de D.O.A.. ¿Por qué? Sigue leyendo el artículo

Las bandas de la escena punk de Vancouver

The Skulls tocaron en el circuito de clubes (en su mayoría hostil) en Vancouver y grabaron algunas canciones en Psi-chords Studios, incluida «Fucked Up Baby«, que luego se convertiría en una canción de D.O.A.. Sin embargo, todavía no había mucha escena en la ciudad, a excepción de The Furies y The Dishrags, así que The Skulls (sin Brad Kent, pero con el roadie Gerry Useless, que al igual que el resto de la banda había estado en Stone Crazy) decidió mudarse a Toronto. 

Sin embargo, la banda se separó: Joey y Dimwit regresaron a Vancouver, mientras que Simon Werner y Wimpy se mudaron a Londres (Wimpy regresó a Vancouver unos meses después). Joey formó D.O.A., mientras que Dimwit, Wimpy y Gerry Useless montaron The Subhumans.

Después de que The Subhumans se separasen en 1982, Wimpy se unió a D.O.A., que también presentaba a Dimwit en la batería, que acababa de estar en Pointed Sticks. Durante los siguientes años, la formación de D.O.A. fue una copia virtual de la formación de Skulls, pero con Dave Gregg en lugar de Simon Werner.

Los Skulls se dividieron en dos facciones en 1978, formando lo que se convirtió en las dos bandas más emblemáticas de Vancouver: D.O.A. y The Subhumans. Dirigido por el cantante y guitarrista Joe Keithley (también conocido como Joey Shithead), D.O.A. cruzaron el temible compromiso político de The Clash con el espíritu infernal de los Damned, con una dosis extra de agresividad, cortesía de sus antecedentes en el hard rock. Ayudaron a popularizar el término hardcore gracias a su disco del mismo nombre (1981). 

Su décima formación llegó en 1981 y probablemente es la más mítica de D.O.A.: Shithead, el bajista Randy Rampage, a la batería Chuck Biscuits (posteriormente en Black Flag y Danzig) y el guitarrista Dave Gregg. Una apisonadora intachable de rock and roll de poder y energía inhumanos. Shithead mantiene D.O.A. activo hasta el día de hoy en día, además de haber sido elegido como concejal en la ciudad de Burnaby.

¿Sabías que…

… el disco ‘Hardcore ’81‘ de D.O.A. fue uno de los primeros en ser clasificados como «hardcore«? Esto contribuyó a popularizar este nuevo estilo de punk más rápido y agresivo.

La otra mitad de los Skulls, que incluía al carismático cantante Brian Wimpy Roy‘ Goble y al poderoso baterista Ken ‘Dimwit‘ Montgomery, el hermano mayor de Chuck Biscuits, se unieron al bajista Gerry ‘Useless’ Hannah y al guitarrista Mike Graham para crear la otra gran esperanza punk de Vancouver: The Subhumans. No debe confundirse con el posterior conjunto anarco-punk de Inglaterra, a quienes entrevistamos en Condenado Fanzine.

Estos Subhumans adoptaron una marca similar de un agresivo rock de izquierda al estilo de D.O.A. Y, además, tenían canciones muy irritantes: «Oh Canaduh«, que supuso una fuerte falta de respeto al himno nacional; «Fuck You«, que levantó los dos dedos medios a todo el mundo; o «Slave To My Dick«, que ensartó la masculinidad tóxica en un riff que habría enorgulleció a Blue Öyster Cult

Hannah dejó la banda en 1981, comprometiéndose tan ferozmente con su activismo político que cumplió condena como uno de los Squamish Five. Antes de su separación en 1983, The Subhumans publicaron ‘Incorrect Thoughts’ (1980) y ‘No Wishes, No Prayers’ (1983). Volvieron en los 2000s y con Gerry ‘Useless’ Hannah al bajo.

Como un destello de fósforo, brillaron intensamente y desaparecieron. La importancia histórica de No Exit para la escena punk de Vancouver supera con creces su breve e incandescente irrupción en escena. Engendrados en el norte de Vancouver, No Exit ejemplificaron la energía y el desafecto de los adolescentes de la escena.

Mark Hons, Bruce Wate, Scruff y el manager de No Exit, Vijay Sondhi, lanzaron el primer álbum punk de la escena de Vancouver en la primavera de 1980. Su lanzamiento independiente se adelantó al debut completo de D.O.A. por un mes.

Tras la publicación del disco, cuya portada es un calco a la del primer álbum de The Clash, No Exit tuvieron varias formaciones durante 1980 y 1981, en una de ella estuvo como bajista Juliet Belmas, que posteriormente sería una de las cinco integrantes de The Squamish Five.

¿Sabías que…

… el debut de No Exit fue el primer larga duración que publicó de una banda punk de Vancouver? En el invierno de 1980 se lanzaron 200 copias. El álbum costaba originalmente $3.99 y en la actualidad… ¡$1,200!

Formados en 1978 cuando los miembros de The Monitors, Bill Scherk (también conocido como Bill Shirt), John Armstrong (también conocido como Buck Cherry) y Gord Nicholl, se mudaron de Surrey/White Rock a Vancouver y formaron una sociedad con miembros de la banda Frantic Technicians: Ross Carpenter, Robert Bruce y Terry Bowes. Otros miembros ocasionales que formaron parte de Active Dog incluyen a Art Bergmann, Tony Bardach y Zippy Pinhead.

La banda se separó después de que Gord Nicholl y Robert Bruce desertaran para enrolarse en The Pointed Sticks. John Armstrong, Bill Scherk y Art Bergmann se reunirían en Los Popularos mientras que Armstrong también formaría los Modernettes.

A pesar de no haber estado mucho tiempo en activo, Active Dog dejaron un testamento sonoro en forma de un 7”, de 1979, con dos canciones, “Rat Race” y “Good Filthy Fun”.

The Dishrags o Dee Dee and the Dishrags (llamado así por su Ramone favorito) como se les conocía originalmente, fueron una de las primeras bandas de punk en salir de Vancouver, y podrían ser perfectamente la primera banda de punk exclusivamente femenina en Norteamérica. 

Compuesta por tres estudiantes de secundaria, Jade Blade, Carmen Michaud y Dale Powers, que comenzaron a tocar juntas en 1977, y al no poder encontrar conciertos en su Victoria natal, la banda se mudó a una ciudad más grande, Vancouver.

Grabaron dos canciones para la compilación ‘Vancouver Complication’ (1979); fueron invitadas para abrir el primer concierto de 1979 en Vancouver de The Clash; y en 1980 grabaron su único EP, ‘Death In The Family’, que fue producido por Chris Spedding.

¿Sabías que…

Dishrags formaron parte del primer concierto punk en Vancouver? Fue el 30 de julio de 1977 en el Japanese Hall apoyando a otra banda local de la ciudad: The Furies

Modernettes fue una popular banda de punk & powerpop que se formó en Vancouver alrededor de 1980. Los miembros del trío eran el guitarrista John ‘Buck Cherry’ Armstrong, la bajista Mary Jo Kopechne y el baterista John ‘Jughead’ McAdams. Todos los miembros añadían voz a sus actuaciones, lo que les daba un sonido pop y pegadizo único. 

Mientras estuvieron en activo, Modernettes publicaron dos EPs. El EP ‘Teen City’ (1980) contiene los clásicos “Suicide Club”, “Little Girls”, “Celebrity Crackup” y la canción más fuerte y probablemente más popular de la banda, “Barbara”. 

En 1982 vio la luz el segundo EP, ‘View From The Bottom’, que presenta otros cinco temas clásicos de estilo power pop/punk incluyendo su genial versión del clásico “Femme Fatale” de Velvet Underground.

Entre medias de los EPs, en 1981 vio la luz su primer y único larga duración, ‘Gone… But Not Forgiven’. Un álbum donde la mayoría de las canciones están grabadas en directo a excepción de «New Society,» «No Tears» y «Won’t Have To Worry«.

Banda de punk/power pop fundada en Vancouver en agosto de 1978. Originalmente llamada Ernie Dick and the Pointed Sticks, su nombre final se debe a Llamado así por un sketch de Monty Python llamado ‘Autodefensa contra la fruta fresca’. 

Pointed Sticks era la versión de Vancouver de los Buzzcocks. Su especialidad: canciones pop herméticas entregadas con la máxima agresión, fácil cuando tu baterista es el ex-Subhumans, Dimwit y la guitarra de Bill Napier-Hemy es una motosierra instrumental primaria. Cuando agregas el órgano de garaje de los años 60 del ex-Shit/Monitor, Gord Nicholl y el canto elfo de Nick Jones en temas que deberían haber sido éxitos como «Apologies» y «Marching Song«, obtienes un grupo lo suficientemente fuerte como para compartir cartel con D.O.A. pero con suficiente atractivo adolescente para estar en la portada de la revista juvenil Tiger Beat.

Además de una serie de 7”s publicados a finales de los 70 por Quintessence Records, en 1980 publicaron el disco ‘Perfect Youth’.

¿Sabías que…

Pointed Sticks fueron la primera banda canadiense que firmó con Stiff Records, aunque el sello estaba pasando por problemas financieros y nunca lanzó el álbum de la banda.

Originalmente llamados como The K-Tels, Young Canadians no rezumaban la fuerza bruta de D.O.A. o la poesía profana de los Subhumans, ni poseían los ganchos perfectos de los Modernettes o Pointed Sticks. pero el bajista Jim Bescott y el baterista Barry Taylor compusieron posiblemente la mejor sección rítmica de la escena tras la formada por Biscuits y Rampage de D.O.A. Y el líder Art Bergmann fue sin duda el mejor guitarrista y compositor de la zona. 

Young Canadians fueron el primer grupo de la escena punk de Vancouver en hacer muchas cosas: primero en abrir los locales Gambado’s y Smilin’ Buddha; primero en lanzar un 12” EP en el sello de referencia de la escena, Quintessence; primero en actuar en la radio en vivo; primero en el Show de Vancouver (CKVU-TV); primero en conseguir un trato para abrir en una gira importante (Boomtown Rats) por todo Canadá; y uno de los primeros en hacer una gira por los Estados Unidos.

«Cinco personas políticamente conscientes que se comportan de una manera políticamente consciente«. La descripción de Conny Nowe sobre Moral Lepers no sorprendería a nadie que anduviera merodeando por las tierras bajas de la Columbia Británica a principios de los años 80. No había ningún lugar en el mundo occidental que se tomara el punk y la política más en serio que en Vancouver y sus alrededores. 

Fieles a su estilo, Moral Lepers subieron al escenario por primera vez en un evento benéfico de ‘Mujeres contra las prisiones’ para ayudar a recaudar dinero para una caja de resistencia para mujeres encarceladas. No sorprende que también estuvieran involucrados en la recaudación de fondos para la defensa de los Cinco de Vancouver.

En 1982 vio la luz su única referencia musical, un mini-álbum con seis canciones publicado en formato 12” bajo el título de ‘Turn To Stone’.

¿Sabías que…

Moral Lepers completaron la triada de bandas punk compuestas exclusivamente por mujeres en 1977 junto a Dishrags (Vancouver) y Curse (Toronto)? Después se sumaron Zellots (London) y Fifth Column (Toronto).

The Right To Be Wild

Si bien las acciones emprendidas por Direct Action dividieron al movimiento ambientalista y fueron condenadas por la mayoría de las personas, de alguna manera los cinco integrantes de Direct Action también se convirtieron en héroes populares para algunos. 

En el momento de su juicio, se formó Free the Five Defense Group para ayudarlos financiera y moralmente, con la banda de hardcore punk D.O.A. colaborando haciendo espectáculos benéficos y lanzando un álbum cuyas ganancias se destinaron al fondo legal del grupo. 

Este disco fue un 7” de 1983 con dos canciones: “Burn It Down” y una versión de “Fuck You”, canción original de The Subhumans que fue compuesta por el propio Gerry Hannah. En la parte posterior del álbum se puede leer: «sabemos quiénes son nuestros amigos y quién es el enemigo. Es hora de que la gente tome medidas para detener la locura que está consumiendo nuestro mundo. ¡Tenemos derecho a ser salvajes!«.

Las ganancias de la venta de este 7” se destinarán al fondo de defensa de los Cinco de Vancouver, por lo que es motivo suficiente para comprarlo. Aún así, es una bolsa mixta musicalmente. «Burn It Down» es una canción de rock lenta y aburrida que prefiero ignorar, pero su versión de «Fuck You» de los Subhumans (escrita por Hannah, uno de los Cinco) tiene agallas y poder, lo que hace que esta sea una inversión de audio que también vale la pena.

Jeff Bale (Maximum Rocknroll #9, October/November 1983)

Aunque renunciaron a las tácticas de los Squamish Five, se acusó a D.O.A. de enviar mensajes contradictorios, especialmente cuando la otra cara del sencillo es una canción llamada «Burn It Down«.»

Nos involucramos porque Gerry era un amigo y porque estábamos de acuerdo con su política, pero no con la violencia. Antes de que quedara claro que eran culpables, todo parecía como una cacería de brujas y queríamos recaudar dinero para una defensa legal para asegurarnos de que tuvieran un juicio justo. Afortunadamente, nadie murió en la explosión de Litton, aunque una persona resultó gravemente herida».

Paso a la clandestinidad

El paso a la acción directa por parte de los Cinco de Vancouver fue un proceso gradual fruto del desencanto de la falta de logros del activismo no-violento. Por ejemplo, en abril de 1981, los cinco formaban parte de un grupo de acción contra AMAX, una empresa que arrojaba sus residuos al mar de Alice Arm. El colectivo se infiltró en sus instalaciones para derramar unas jarras de pintura roja junto a pescado muerto y podrido. La acción transcurrió sin problemas y en silencio, pero desafortunadamente no obtuvo ninguna publicidad.

En su libro, Ann explica que “después de la conferencia ENGO en el otoño de 1981, Brent, Doug y yo comenzamos a escalar nuestros planes guerrilleros. Llegamos a la conclusión de que no había otras personas dispuestas a participar en acciones guerrilleras serias, pero decidimos comenzar por al menos adquirir los materiales para acciones futuras. De esa manera cuando la gente apareciese y fuese el momento adecuado, la infraestructura estaría a punto. Las estrategias desarrolladas en la conferencia para luchar contra los megaproyectos de BC Hydro podrían fácilmente ser llevados a cabo por otros ambientalistas, sin nuestra participación, pero no había gente dispuesta para detener estos megaproyectos si el proceso político fallaba. Podríamos ser esas personas”.

Mientras que el resto de nosotros durante el día participamos en la organización de la conferencia de ENGO por la noche aprendíamos a robar coches. Doug había estado investigando sobre explosivos y armas. Él había aprendido que el Departamento de Carreteras utilizaba un explosivo llamado Toval para hacer estallar rocas de las caras de las montañas junto a las carreteras. Doug había aprendido todo sobre cómo manejar el explosivo. Toval no puede ser detonado a través del calor, incluso si es arrojado al fuego no se encendería, pero el impacto de perforar la carcasa de dinamita con un objeto puntiagudo a una cierta velocidad podría detonarlo«, prosigue.

Nos dimos cuenta de que si lleváramos a cabo alguno de nuestros vagos planes, tendríamos que adquirir pistolas, identificación falsa, y dinero para vivir un estilo de vida clandestino. Esta fase se acercaba rápidamente. No nos detuvimos a darnos cuenta de que nuestro grupo guerrillero podría limitarse a Brent, Doug y a mí a amantes y amigos, pero si llevamos a cabo acciones con graves consecuencias, no podíamos permitirnos el lujo de vivir en la comunidad, donde seríamos blancos fáciles para la vigilancia policial y arresto en caso de que dejáramos pruebas. Continuamos con un perfil bajo para adquirir dinero, armas e identificación, lo que nos daría el precioso tiempo que necesitábamos para reconciliarnos a la inevitable soledad y estrés de un estilo de vida clandestino. Una vez que diéramos el paso de realizar una acción política grave e ilegal, no habría vuelta atrás, por lo que era esencial estar preparados mentalmente para las consecuencias”. comenta.

El grupo poco a poco fue sumergiéndose en la clandestinidad, cortando lazos, mientras se iban proveyendo de armas y explosivos, además de ir entrenando en el uso de ambos. Además, también fueron realizando otras acciones para conseguir coches y, en especial, algunos atracos para financiar la actividad del grupo y sus vidas personales. 

Los miembros del grupo poco a poco van elevando el nivel de sus acciones, A comienzos de 1982 vandalizaron la sede del Ministerio de Medioambiente de British Columbia. Pero ese mismo año dieron un paso más allá.

Tras esta acción unida a la realizada contra AMAX, el grupo se dispersó. Belmas y Hannah se retiraron a las Montañas Rocosas, mientras que Hansen, Taylor y Stewart se mudaron juntos, volviéndose más militantes. Comenzaron a entrenar con armas robadas en un área desierta al norte de Vancouver y robaron una gran cantidad de dinamita utilizada para trabajos de construcción. Se mantuvieron a través de diversas formas de fraude y robo.

¿Sabías que…

Ann Hansen también publicó un CD? Al hilo de sus memorias de 2002, también publicó un CD con reflexiones sobre los éxitos y fracasos de los atentados, disipando algunos de los mitos comunes sobre sus acciones y la lucha armada

Acción directa

En la mañana del 30 de mayo de 1982, Hansen, Taylor y Stewart viajaron a la isla de Vancouver y detonaron una gran bomba en la subestación BC Hydro. El daño fue de consideración, causando más de 3 millones de dólares canadienses en daños y dejando cuatro transformadores dañados sin posibilidad de reparación. Nadie resultó herido. El proyecto hidroeléctrico había sido criticado por ser ambientalmente inseguro y contribuir a la destrucción de la naturaleza salvaje en la isla. 

Después del atentado, el grupo reclutó a Gerry Hannah, ex-miembro del grupo de punk rock Subhumans, muy conocido por sus críticas a los ejecutivos de BC Hydro; y Julie Belmas, una idealista de los suburbios que se había radicalizado en el proceso de oponerse a un establecimiento minorista de pornografía en su vecindario de Port Coquitlam

Además de BC Hydro, otra de las multinacionales que estaban en el punto de mira de Direct Action era la filial canadiense de la estadounidense Litton Systems, en cuya planta de Toronto se producía el sistema de guía para el misil de crucero que podría ser equipado con una ojiva nuclear. Tras

una protesta ante la planta de Toronto durante noviembre de 1981, un grupo de 21 personas fueron detenidas tras hacer un bloqueo. Esto hizo que Direct Action decidieran “mantenernos al tanto de los desarrollos en torno a la lucha para detener la fabricación del sistema de guiado para el misil de crucero que fabricaba Litton”.

Ann Hansen explica en su libro que “el negocio colocó a Canadá en un papel clave en la fabricación de armamento. Las acciones ideales serían en torno a cuestiones que habían atraído el apoyo popular pero que habían agotado todas las vías legales de oposición. Los miembros críticos del público podrían comprender y, tal vez, incluso apoyar la acción directa militante, ya que pudieron ver claramente que el proceso político había fracasado. Quizás con el tiempo podamos inspirar a otras personas a tomar la acción directa, iniciando así el lento proceso de desarrollo de un movimiento militante. Si nuestras acciones no fueran recibidas favorablemente, siempre podríamos resurgir de nuestro estilo de vida clandestino, pero esa opción solo estaría abierta siempre que no cometiéramos errores y no dejar ninguna evidencia atrás”.

En octubre de 1982, los cinco integrantes de Direct Action llenaron una camioneta pick-up robada con 550 kg (1210 libras) de dinamita y condujeron desde Vancouver a Toronto. Su objetivo era Litton Industries, una empresa que produce componentes de orientación para los controvertidos misiles de crucero estadounidenses que muchos temían que aumentaran el riesgo de una guerra nuclear. 

La bomba fue detonada el 14 de octubre de 1982 con la intención de causar exclusivamente daños materiales. La camioneta estaba estacionada a la vista de los guardias de seguridad, con un elaborado aviso de peligro pegado al capó, que mostraba un mensaje, un reloj digital en cuenta regresiva y una barra de dinamita para llamar la atención sobre el peligro.

Julie Belmas llamó al equipo de seguridad y les advirtió de la explosión, dándoles instrucciones sobre qué hacer exactamente y dónde estaba el área de peligro. El personal de seguridad, sospechando que era un engaño, no respondió lo suficientemente rápido como para evacuar la instalación antes de la explosión. 

La evacuación recién comenzaba cuando la bomba detonó minutos antes de lo previsto, hiriendo a diez personas y causando daños en un área de almacenamiento donde se guardaban las piezas antes de la producción; las oficinas de encima y alrededor de ella también resultaron dañadas. No hubo daños en la parte trasera de la fábrica, donde se montaba el sistema de guía.

Wimmin’s Fire Brigade

Tras el atentado de Toronto, Direct Action retornó a la clandestinidad para emerger el 22 de noviembre de 1982 como parte de un grupo más grande bajo el nombre de Wimmin’s Fire Brigade. Este colectivo fue el responsable de las bombas incendiarias detonadas en tres franquicias de Red Hot Video, una cadena de tiendas de video pornográficos que había atraído la atención de activistas feministas y de la comunidad local al ser acusada de vender películas snuff, así como pornografía violenta y pedófila. La mayoría de las tiendas cerraron o cambiaron de nombre.

Red Hot Video es parte de una industria de la pornografía multimillonaria que enseña a los hombres a equiparar la sexualidad con la violencia. Aunque estas cintas violan el Código Penal de Canadá y las directrices de British Columbia sobre pornografía, todos los intentos de cerrar Red Hot Video han fracasado porque el sistema de justicia fue creado y está controlado por hombres ricos para proteger sus ganancias y propiedades. Como resultado, no nos queda otra alternativa viable que cambiar la situación nosotros mismos por medios ilegales. Este es un acto de autodefensa contra la propaganda de odio. Seguiremos defendiéndonos.

Wimmin’s Fire Brigade, comunicado de prensa, 22 de noviembre de 1982

¿Sabías que…

Ann Hansen alegó que tanto ella como Julie Belmas estaban siendo vigiladas y escuchadas por la policía cuando estaban preparando las bombas contra Red Hot Video? Por tanto, los atentados pudieron ser desbaratados pero la policía…

Un arresto made in Hollywood

El 20 de enero de 1983 comenzó como un día normal en nuestras vidas bastante atípicas. Los cinco nos levantamos al amanecer, cargamos nuestro camión y salimos de Vancouver para nuestra práctica semanal de tiro en un cañón aislado cerca de la tranquila ciudad costera de Squamish, British Columbia.

Era el típico día de invierno despejado y soleado cuando todos los seres vivientes parecían felices de estar vivos, a pesar del frío de la mañana. Tomamos nuestra ruta habitual a lo largo de la autopista 99, que serpentea como una larga serpiente negra por la costa hasta Squamish y el monte Whistlerí. Cuando llegamos a Britannia Beach, a unos 30 kilómetros al sur de Squamish, necesitaba un descanso. 

Después de comprar cafés, volvimos a apilarnos en la camioneta y continuamos nuestro viaje hacia el camino forestal abandonado donde siempre hicimos nuestra práctica de tiro. Mientras conducíamos, una canción punk sintonizada en la radio despertó nuestra atención: «¡Oye, esos son los Subhumans!» se rió Julie, subiendo el volumen. Hasta que decidió embarcarse en esta misión con nosotros, Gerry había sido el bajista de la ahora desaparecida banda punk de Vancouver.

Lentamente continuamos nuestro camino en coche, la música de nuestra radio resonando en la ladera de la montaña. El tramo de la carretera sinuosa ahora estaba inquietantemente vacío excepto por un helicóptero que parecía estar flotando sobre nosotros. Por casi medio kilómetro condujimos sin ver otro coche en ninguna de las dos direcciones hasta que llegamos a una curva cerrada.

A medida que la rodeamos, nos detuvimos abruptamente frente a un enorme camión extrañamente estacionado entre ambos carriles de la carretera, aunque sin señales de voladuras u obras en la carretera. Delante del camión volquete estaba una persona con una señal en la mano vistiendo un chaleco amarillo brillante con una gran «X» roja entrecruzada en su pecho.

El operario levantó el lado de “STOP” de la señal y dio un paso hacia la ventanilla de nuestra camioneta, indicándome que la bajara. Cuando me incliné para girar la manija, vislumbré en mi espejo retrovisor lateral otro camión volquete que se detuvo detrás de nosotros. “¿Alguien va a mover ese camión volquete o tengo que moverlo yo por ti?“, decía alegremente cuando me llamó la atención la expresión de su rostro. Su sonrisa de caricatura se estiró tensamente y sus ojos estaban llenos de terror, como si mi débil broma fuera una amenaza seria.

Cuando sus ojos se clavaron en los míos, todo mi mundo comenzó a moverse a cámara lenta y mis entrañas se entumecieron. Metió la mano a través de mi ventana abierta y agarró mi brazo con una mano y con el otro abrió la puerta de la cabina. Me arrojó al suelo. Me tiró sobre la grava del costado de la carretera con el operario sobre mí mientras apretaba con fuerza el cañón de su revólver 38 contra mi sien. Gritó algo con una voz llena de miedo a otro trabajador, al que ahora pude ver que estaba agachado encima de Julie en el otro lado lado de la carretera. Ella yacía inmóvil. Me pregunté si estaría muerta.

Sonó un disparo, tan fuerte que me estremeció hasta lo más profundo de mi ser. Luego otro disparo. Han disparado a Brent y Doug. El humo de las armas llenó el aire y comenzaron a picarme la nariz y ojos. De repente, los trabajadores de la carretera estaban por todas partes, saltando desde detrás de grandes rocas, corriendo hacia nosotros desde los árboles y saltando por encima de nosotros. Estaban vestidos con el uniforme beige del Departamento de Carreteras, con la excepción de los que llevaban rifles de asalto apuntando en nuestra dirección. Como el humo de pistola comenzó a aclararse, también vi hombres con uniformes de camuflaje de combate, chalecos antibalas y máscaras antigás. Había incluso perros.

Todo fue tan surrealista. Mi cerebro era incapaz de absorber y descifrar el significado de estos eventos, pero sabía que nuestro pequeño viaje por la autopista de Whistler había dado un giro terrible mientras yo sabía que la vida nunca volvería a ser igual para nosotros. Ahora, frente a la realidad de la detención, me resultó extrañamente reconfortante saber que la amenaza de la prisión ya no existía. Pude finalmente relajarme y dejar que se desarrollen los acontecimientos que escapan a mi control.

Uno de los policías en el asiento delantero era el cabo Wayne Fraser, de quien supimos más tarde, había formado parte de la investigación desde el principio. Más tarde dijo que estaba profundamente resentido porque su superior, el detective Jean Despaireux, había ido en contra de su consejo y había elegido para detenernos la situación más peligrosa de todas las posibles: con una furgoneta cargada de armas de todas las descripciones y munición suficiente para un enfrentamiento de una semana. 

Estas personas habían estado vigilando las 24 horas durante, al menos, los últimos tres meses, vigilancia utilizando todo tipo de medios tecnológicos y humanos. Las cámaras de video habían sido instaladas en la casa donde vivían cuatro de ellos y el apartamento del quinto. El equipo de «vigilantes» del Servicio de Seguridad RCMP (Real Policía Montada de Canadá)  los seguía cada vez que salían de sus hogares y habían puesto micrófonos en la cocina y el dormitorio de la casa. 

La policía conocía todos sus movimientos y planes. La Policía Montada del Canadá sabía muy bien que estos terroristas normalmente no llevaban armas en la ciudad y que las pistolas y municiones estaban siempre encerradas bajo llave en el sótano. Sabían que el grupo iba a nadar varias noches a la semana en una piscina cubierta local, obviamente iban desarmados. ¿Por qué habían elegido arrestarlos en un lugar aislado y cuando estaban armados hasta los dientes, con la mayor probabilidad de un tiroteo? ¿Podría Despaireux estar realmente tan asustado con estas personas que quería asesinarlas?

¿Sabías que…

Gerry Hannah continuó ligado al mundo de la música en prisión? Compuso y grabó en prisión dos discos, ‘Songs from the Underground‘ y ‘Whereabouts Unknown‘, y fue columnista habitual de Maximum RocknRoll.

El alegato de Ann Hansen

Los Cinco de Vancouver recibieron sentencias que van desde los seis años hasta la cadena perpetua. Solo Hannah y Belmas se declararon culpables. Belmas renunció al uso de la violencia como medio para lograr un fin y se disculpó con las víctimas. Al escuchar su sentencia de por vida, Ann Hansen le arrojó un tomate al juez.

A la conclusión del juicio, Ann Hansen realizó el siguiente alegato:

Cuando miro hacia atrás en el último año y medio, me doy cuenta de que he aprendido una lección. No es el tipo de lección que algunas personas esperarían que hubiera aprendido, sino más bien a través de la experiencia directa de la vida he vuelto a aprender lo que una vez solo entendí de manera teórica: que los tribunales no tienen nada que ver con la justicia y que en la cárcel es donde se castiga a las víctimas de esta sociedad.

Desde hace muchos años he comprendido que el sistema de justicia era en realidad un sistema de injusticia visto en el contexto social más amplio. Sabía que el parlamento es el lugar donde los hombres promulgan leyes para proteger a las grandes empresas, a las personas adineradas y al statu quo. Se empleó a la policía para hacer cumplir las leyes, se crearon tribunales para enjuiciar a los que infringían la ley y se construyeron cárceles para castigar a los culpables.

Mi fe en el sistema de justicia comenzó a erosionarse a medida que crecí y vi a las grandes empresas estafar a la gente vendiendo productos mal producidos a altos precios, compañías saqueando los recursos naturales y violando la tierra, gobiernos que producen arsenales nucleares capaces de destruir la vida en la tierra, revistas pornográficas que normalizan y glamourizan la violación, el incesto y la agresión sexual. Los indios están siendo llevados a las reservaciones para morir. Todos estos crímenes contra la humanidad y la tierra son legales. Están protegidos y sancionados por el Parlamento, los tribunales, la ley y la policía. Todo esto estaba muy mal. 

En Oakalla, donde he pasado los últimos dieciséis meses, descubrí que el 70 por ciento de la población carcelaria son mujeres indias, a pesar de que los indios constituyen sólo el 1 por ciento de la población total. Este número desproporcionado de indios en prisión se refleja en la población carcelaria de todo el país y refleja el racismo de nuestra sociedad. 

Todos los que he conocido en la cárcel son pobres. Nadie tiene coches, casas, terrenos o cualquier otra posesión. Están ahí porque estaban obligados a cometer delitos para sobrevivir en una sociedad que no tiene lugar para ellos. Nunca han sido propietarios de empresas forestales que violan bosques y montañas enteras, ni han manejado armas nucleares asesinas o han robado petróleo de tierras árabes para venderlo a precios de reventa en América del Norte. 

Cuando fui arrestada por primera vez, fui intimidada y rodeada por los tribunales y la prisión. Este miedo proporcionó la base para la creencia de que si jugaba el juego legal, me absolverían o tal vez me caería menos tiempo. Este miedo oscureció mi visión y me engañó haciéndome pensar que podría romper con el sistema judicial. Pero estos últimos ocho meses en la corte han agudizado mis percepciones y fortalecido mis convicciones políticas para ver que el juego legal está amañado y los presos políticos reciben una baraja marcada.

Desde el comienzo, en enero de 1983, la policía orquestó ilegalmente conferencias de prensa y proporcionó a los medios de comunicación pruebas, fotos e información que se convirtió en la base de las noticias a nivel nacional condenándonos como terroristas. Fuimos retratados como criminales psicóticos y peligrosos. Después, nuestros cargos se dividieron en cuatro acusaciones separadas, de las cuales la primera fue la conspiración de Brink, para que nos criminalizaran. Esto dificultará que la gente nos entienda como gente política para nuestros juicios futuros. También se hizo evidente a través del testimonio policial que los diferentes departamentos de policía habían cometido actos ilegales durante su investigación. El Servicio de Seguridad con toda probabilidad observó a la Vimmin’s Fire Brigade preparar las bombas incendiarias ya que Julie y yo habíamos estado bajo vigilancia intensiva de las SS durante las 24 horas de los días anteriores y durante el día del bombardeo incendiario.

CLEU (Unidad Coordinada de Aplicación de la Ley) había cometido allanamientos ilegales para plantar micrófonos en nuestra casa y en el apartamento de Doug, entre otras actividades ilegales. Pero a pesar de esto, el juez permitió el uso de las escuchas telefónicas. Esto me enseñó que hay una ley para el pueblo y ninguna para la policía.

Pero el evento durante el proceso judicial que ha tenido el efecto más politizante en mí fue la sentencia de Julie. El juez ignoró el hecho de que ella se había declarado culpable y la abofeteó con la pena máxima de prisión sugerida por la Corona: veinte años. Durante la sentencia, el juez dijo que este caso es penal, no político, sin embargo, la sentencia de veinte años contradice este punto de vista y, en cambio, refleja la verdadera naturaleza política de estos procesos.

La sentencia de veinte años fue justificada por el juez como una disuasión social, lo que indica que el tribunal está tan asustado por el potencial de la agitación social que se necesita una sentencia de veinte años para disuadir a otros. Eso es político. Parece que la severidad de la pena de prisión es directamente proporcional al nivel percibido de descontento en la sociedad.

Entiendo por qué he participado en el sistema legal hasta ahora, pero, en retrospectiva, para ser honesta con mis principios políticos, debería haberme negado a colaborar en esta farsa legal y, en cambio, simplemente declarar mis razones políticas por lo que hice. Como no lo hice entonces, tengo la oportunidad de hacerlo ahora. 

En los últimos días hemos escuchado testigos que son activistas en torno a los diferentes temas. Han hablado largamente sobre sus esfuerzos y los esfuerzos de otros grupos para prevenir las pruebas del sistema de misiles o detener Red Hot Video. Creo que se ha vuelto bastante obvio a través de sus testimonios que en cada caso habían agotado todos los canales legítimos de protesta social con el fin de detener estos proyectos y negocios. Fue porque no hubo forma legal de detener estos crímenes contra la humanidad y la tierra que sentí que tenía que usar acciones ilegales para hacerlo.

No solo sentí que debería hacerlo; Creo que tenía el deber y la responsabilidad de hacer todo lo que estuviera en mi poder para detener estos crímenes. En este momento peligroso en la historia de la humanidad, tenemos una responsabilidad moral detener la carrera armamentista, la pornografía violenta y la destrucción de la tierra. Esta responsabilidad moral anula con mucho cualquier obligación de adherirse a las leyes creadas por el hombre.

Preferiría vivir en paz pero, cuando miro a mi alrededor, no pude encontrarla por ningún lado. Dondequiera que mirara, la tierra estaba siendo destruida, los indios eran víctimas de un genocidio. Los pueblos del Tercer Mundo eran oprimidos y masacrados, la gente vivía en tierras baldías industriales y se violaba a las mujeres y se abusaba de los niños. Nunca podría vivir en paz, solo en esa paz que se encuentra en los cementerios.

Ann Hansen, ‘Direct Action: Memoirs of an Urban Guerrilla’

Autor: Charlie Condenado


Otros recursos:

Podcast Radio Condenado

Documental ‘Direct Action : Ann Hansen and the Squamish Five’

Libro ‘Direct Action : ‘Ann Hansen and the Squamish Five’


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