El verdugo tiene mil caras: Rodríguez Galindo vs. Negu Gorriak

No tenía previsto publicar por el momento este #TheStoryBehind dedicado a la canción «Ustelkeria» de Negu Gorriak. Sin embargo, como los acontecimientos de los últimos días donde los agentes de la Guardia Civil retuvieron a Evaristo para levantar una acta tras haber cantado su popular «Jota» en un escenario en Jerez de la Frontera más las sentencias a prisión de Pablo Hasel y Valtonyc, voy a retomar la relación entre fuerzas de represión, tribunales y músicos que quería dejar un tanto al margen tras el especial publicado a principios de año bajo el título de Top of the Cops.

La historia a buen seguro que resulta familiar a todos aquellos que anden por los 40 y/o los hayan superado. En marzo de 1993, uno de los hombres clave en la lucha del estado español contra el terrorismo de ETA, Enrique Rodríguez Galindo, teniente coronel de la Guardia Civil al mando de la Comandancia del cuartel de Intxaurrondo, en San Sebastián/Donostia; interponía una denuncia contra Negu Gorriak por el contenido de una canción, “Ustelkeria”, incluida en Gure Jarrera, editado en 1991. El corte se hacía eco de las informaciones vertidas en los medios de comunicación, que le señalaban como el responsable de la desaparición de una importante cantidad de cocaína.

Esta denuncia fue el principio de una dura batalla legal que temporalmente se llevó por el camino la carrera musical de Negu Gorriak, que se terminaron disolviendo en mitad del proceso judicial. Como estas situaciones cada día son más habituales en el estado español, como estamos viendo en las diversas condenas a raperos y artistas o como vimos en el caso de Las Vulpess o con la detención en Madrid de Eskorbuto, he decidido enfrascarme en esta historia y contextualizar la situación dónde surgió esta canción así como se desarrolló tanto la batalla judicial como el triunfo y posterior regreso de la banda.


  • «El mayor centro de tortura de Europa occidental»

  • La trama verde y… ¡blanca!

  • Operación Arca de Noé: La guerra sucia contra la Fiscalía

  • Las mil caras bajo el tricornio

  • La batalla legal 

  • Hitz Egin! 

  • … Hasta la victoria final


Artículo 'El verdugo tiene mil caras: Negu Gorriak vs Rodríguez Galindo' publicado en Condenado Fanzine
Artículo ‘El verdugo tiene mil caras: Negu Gorriak vs Rodríguez Galindo’ publicado en Condenado Fanzine

«El mayor centro de torturas de Europa occidental»

Para comenzar a contar esta historia y, sobre todo, para una buena contextualización para aquellos que no hayan vivido en Euskadi durante los 80s y 90s o bien no hayan conocido la fama del Cuartel de Intxaurrondo ni la de su inquilino más conocido, comenzaré con una pequeña introducción sobre este acuartelamiento de la Guardia Civil en San Sebastián que fue definido como «el mayor centro de torturas de Europa occidental» por Martxelo Otamendi, ex director del diario Egunkaria, quien en 2003 fue torturado en sus instalaciones.

En los años 80, en una noticia publicada en el diario El País sobre un caso de tortura en el que estaban inmersos varios acuartelados en Intxaurrondo, el redactor que visitó sus instalaciones describía su ubicación atemorizante en «un alto, al que se accede por una pequeña pendiente de asfalto, acotado e incomunicado con el exterior por un cartel con el rótulo «Zona Militar»«. Una zona militar que para algunos de sus ocupantes fue entendida como una zona de guerra sucia de puertas hacia fuera, donde todo estaba permitido y justificado a la hora de combatir el terrorismo de ETA.

A lo largo de los últimos 50 años, guardias civiles destinados en este acuartelamiento han recibido condenas por su participación en torturas y asesinatos, algunas de las víctimas mortales han sido Lutxi UrigoitiaMikel ZabaltzaJosé Antonio Lasa Aróstegui o José Ignacio Zabala Artano, pero también se han visto investigados y sentenciados por otras actividades delictivas como contrabando, narcotráfico o robos a establecimientos comerciales. Unas condenas que en muchos casos han sido condonadas gracias a indultos de los diferentes gobiernos, para ello es recomendable consultar el listado de beneméritos condenados como recoge el libro Intxaurrondo: La trama verde de Pepe Rei.

El olor de la cloaca de la guerra sucia librada desde Intxaurrondo estuvo flotando en el ambiente desde los años 80, como se puede leer en ese mismo artículo publicado por El País, en octubre de 1984, para ver que siempre estuvo en el disparadero por su actividad torturadora. «Amnistía Internacional (AI), en su reciente informe anual, ha denunciado dos casos concretos de torturas por parte de guardias civiles de la 513 Comandancia, en el barrio donostiarra de Intxaurrondo, centro operativo en la lucha contra ETA en Guipúzcoa«, decía el diario del Grupo PRISA. Cuatro de los militares destinados en el cuartel fueron juzgados por torturar a José María Olarra y Joakin Olano justo unos días después de que dos de ellos,  los cabos José Domínguez Tuda y Rafael Sánchez Fernández, recibiesen la Cruz de Plata de la Orden del Mérito de la Guardia Civil.

Desde el 4 de enero de 1985, fecha de su entrada en vigor, la actividad de las fuerzas de seguridad del estado español en Euskadi fue amparada por la nueva Ley Antiterrorista. Se fundamentaba en el artículo 55.1 de la Constitución española que regula el estado de excepción ante calamidades públicas o de sitio, es decir, de insurrección. El artículo 55.1 otorgaba al parlamento la potestad de sancionar la temporal derogación de los derechos civiles. La Ley Antiterrorista del ministro José Barrionuevo, que también ideó el famoso plan Zona Especial Norte, consideraba incluso que la condena de un líder sindical o político podía dar lugar a la clausura de su organización.

En una tribuna libre publicada en El País el lunes 22 de abril de 1985, el juez Manuel Bandrés se despachaba con gusto a la hora de enjuiciar esta nueva norma como «monstruo legal«. «Cualquier lector atento de la Constitución podría encontrar en seguida preceptos de esta ley que vulneran manifiestamente el reconocimiento, la protección y las garantías que en defensa de los derechos humanos y libertades se establecen en la Carta Magna española«, señalaba.

Para ilustrar el grado de impunidad bajo el que se desarrollaban las prácticas criminales de algunos guardias civiles en Intxaurrondo decir que en 1987, Javier Solana, portavoz del gobierno del PSOE, se quejó publicamente de una visita realizada al cuartel por el juez Piqueras, un fiscal y dos médicos forenses, que pretendían, por un lado, recabar el testimonio de los detenidos en cuanto a las circunstancias en que se produjo la muerte de Lutxi Urigoitia. y, por otro, comprobar el estado en que se encontraban estos detenidos. En ABC se pudo leer que «la interrupción de las investigaciones encaminadas a la plena desarticulación del comando Donosti por el titular del Juzgado de Instrucción número 2 de San Sebastián ha sido acogida con estupor en medios políticos responsables. El Gobierno ha respaldado al Gobernador Goñi Tirapu en la denuncia de este hecho insólito«.

Piqueras fue el primer y único juez en visitar Intxaurrondo así como cualquier otra dependencia de las fuerzas de seguridad para interesarse por los detenidos incomunicados. En un reciente informe sobre la Tortura en el País Vasco entre 1960 y 2014, donde se recogen más de 4.000 casos de torturas practicadas a cabo por la Policía Nacional, Guardia Civil, Policía Autónoma Vasca y Policías Municipales en Euskadi. La Guardia Civil ha estado implicada en 1.792 casos y el cuartel de Intxaurrondo fue su centro estrella. Existen 5.500 denuncias públicas de torturas en el País Vasco, han sido 30.000 las personas detenidas en el País Vasco por la Policía Nacional, la Guardia Civil y la Policía Autonómica bajo el auspicio de las diferentes versiones de la legislación antiterrorista.

En 2017, tras el fallecimiento de Ion Arretxe Gutiérrez se hizo público un texto suyo bajo el título de «El día que conocí a Galindo en Intxaurrondo«. Un escalofriante relato de cómo los agentes del cuerpo militar allí destinados practicaban la tortura, incluyendo la visita de Rodríguez Galindo, que en 1985 estaba a cargo de la Jefatura de Información del cuartel. 

Me desnudaron, me pincharon varias inyecciones para reanimarme y me comunicaron oficialmente la aplicación de la Ley Antiterrorista.

      ¿Tú sabes de qué va esta ley?”, me preguntó uno que se jactaba de pertenecer al GAL. “Estos son tus derechos”, dijo mientras me enseñaba el protocolo que se lee a los detenidos. “Pero como te hemos aplicado la Ley Antiterrorista…”, rompió el papel, ris, ras. “A partir de ahora, ya no tienes ninguno. ¿Alguna duda?

….

Se puso frente a mí… Me quitó el capirote…

“¿Tú sabes quién soy yo?”, me preguntó. “Sí. Usted es Galindo”.

“¿Me estáis haciendo algún seguimiento los de tu comando, o qué?”

“No, nada de eso”. “Entonces, ¿por qué me conoces?”

“Lo conozco de verlo en la tele…”

Me agarró de los huevos y me los retorció.

“Aquí te hemos traído para que nos cuentes cosas… Así que no nos hagas perder el tiempo y vete hablando, chaval… porque si no, te retorceré los cojones hasta reventártelos”.

Me apretó los testículos y me dejó doblado. Volvió a colocarme el cucurucho y se marchó.

Así fue como conocí en persona al tantas veces laureado comandante Galindo.

….

En las paredes del salón está dibujado el organigrama de ETA con espacios en blanco. Los detenidos han de rellenarlo. El que lo haga se lleva “el bote”, dice su nuevo guardia civil de noche. Es un  jovenzuelo niñato cuyo trabajo consiste en mantener al detenido despierto como sea. Por aquí han pasado etarras importantes, a uno le interrogaron a base de voltios, le dice.

– No veas los botes que pegaba el hijo de la gran puta. Gritaba más que tú, que ya es decir. Le tenían ahí en la cocina donde estabas tú. Saltaba casi hasta el techo. Si me lo cuentan, no lo creo.

Cuando terminan su turno, guardias civiles que no conoce pasan por el piso para insultarle o golpearle. Así sabe que el día va acabando y que comienza la eterna entrada en la noche. Hace ya milenios que se encuentra entre estas cuatro paredes. Hay tiempo, le dijo Caracaballo. Hay tiempo para todo, menos para la vida, que se va estancando. Aun así una hora más, es una hora más.

El de bigotes y gomina es el exterminador. Mano blanda. Y Temblorosa. Saca la pistola y la pone en la sien de Ion. Le va a conocer años después. Su nombre es Felipe Bayo Leal. Lo verá en la fotografías de los periódicos por ser uno de los que torturó y mató a los jóvenes refugiados Lasa y Zabala, secuestrados el 16 de octubre de 1983 en Bayona.

La trama verde y… ¡blanca!

La actividad delictiva ejercida en Intxaurrondo no sólo se limitó a las torturas o a su implicación en acciones del GAL, desde finales de la década de los años 80 también se empezó a hablar sobre la vinculación de algunos de sus mandos en actividades relacionadas con el tráfico de drogas. La ubicación  geográfica de Guipúzcoa unido al poco interés de la policía en atajar el narcotráfico convertían a esta provincia en un lugar muy atractivo para los narcos. A mitad de la década, según datos del Gobierno Vasco,e en 1985 en Euskadi había más de 11.000 personas que se inyectaban heroína, lo que suponía el porcentaje más alto del Estado y uno de los más altos de Europa.

Xabier Arana, investigador del Instituto Vasco de Criminología, en declaraciones a GARA explica que «la Policía estaba encargada de otros asuntos, fundamentalmente de la lucha contra ETA. Con todo esto, se crearon las condiciones para que quien quisiera trabajar este tema tuviera resquicios para hincar el diente«. «Joaquín Navarro Estevan [juez ya fallecido que fue multado por llamar terrorista a Aznar] dijo que era notorio que en Intxaurrondo se ejercía el narcotráfico, la distribución de droga, y que se llegaban a organizar atracos«, certifica el investigador. También pone el foco sobre la sospechosa respuesta que fiscal general del Estado entre 1990-1992, Leopoldo Torres, a la pregunta del diputado de EA, Joseba Azkarraga. El fiscal advirtió de la «gravedad de introducir dudas sobre la honorabilidad de quienes tienen por misión luchar contra el terrorismo«.

Un recurso muy popular entre los sectores de izquierda para explicar la proliferación de la heroína en el estado durante los 80 apunta a que las fuerzas de seguridad fomentaron su expansión por aquellas zonas políticamente más díscolas. Realidad o teoría de la conspiración, lo cierto es que hay indicios que invitan a sospechar, como las declaraciones del narcotráficamente turco Vedat Çiçek, recogidas en el libro de Pepe Rei y Edurne San Martin: Egin investigación. Otra forma de periodismo

Yo transportaba cada semana 15 kilos de heroína hasta un punto de la autopista que va desde Bilbao hasta Donostia. Viajaba en un coche que conducía un guardia civil de paisano, mientras que por delante otro coche nos iba abriendo camino. El cargamento lo recogía otro guardia de Intxaurrondo, que se encargaba después de su distribución. Cuando le pregunté a mi acompañante cuál era el motivo de aquel envío continuado y masivo de droga, su respuesta no pudo ser más clara: Para castigar a la juventud vasca por su apoyo a ETA – Vedat Çiçek

En 2016 fue publicado el libro A los pies del caballo: Narcotráfico, heroína y contrainsurgencia en Euskal Herría de Justo Arriola, donde se explican algunos casos de conexiones entre Guardia Civil y tráfico de drogas. Uno de ellos es el de «un chico andaluz que vivió en Deba entre 1979 y 1981. Una noche estaba en la plaza del pueblo cuando se le acercaron tres hombres y le ofrecieron heroína gratis. A las dos o tres semanas vio al que le había dado la droga patrullando con otros guardias civiles«.

Otro caso que se aporta en el libro es el de la investigación encargada por José Antonio Ardanza, todavía alcalde de Arrasate/Mondragón, al jefe de la Policía Municipal de la población.  Una investigación que certificó que policías ofrecían droga gratuita, heroína para ser más precisos. La policía local siguió a los camellos-guardias en varias ocasiones y su destino de regreso final fueron los cuarteles de Intxaurrondo o La Salve.

Por supuesto, también hay quienes opinan que el fomento del consumo de drogas entre la juventud para acabar con la movilización social no deja de ser un mito muy extendido entre la izquierda estatal. Así lo explica Juan Carlos Uso, autor de ¿Nos matan con heroína?, a El Confidencial: «Durante años en Euskadi se vivió un conflicto político y social muy acusado, que algunos autores han llegado a calificar de guerra de baja intensidad. En todas las guerras modernas, una de las batallas más enconadas suele ser la de la propaganda. De tal manera, los dos bandos enfrentados hicieron todo lo posible e imposible por instrumentalizar el fenómeno en su beneficio«.

A pesar de que tradicionalmente se ha acusado a la izquierda abertzale de usar en su propaganda policial el alto número de toxicómanos adictos a la heroína en Euskadi, también la iglesia católica presentó en noviembre de 1984 su propio documento sobre las drogas en el País Vasco. Los obispos vascos denunciaban que «es voz común que en casos puntuales, pero no excepcionales, algunos agentes del orden público se han propasado en el ejercicio de sus funciones al suministrar a determinados delincuentes dosis de droga para obtener a cambio la información requerida para sus pesquisas«. 

Una noche estaba en la plaza del pueblo cuando se le acercaron tres hombres y le ofrecieron heroína gratis. A las dos o tres semanas vio al que le había dado la droga patrullando con otros guardias civiles

Sin embargo, más allá de teorías de la conspiración y de publicaciones a favor o en contra, la prueba que más apoya esta teoría es el conocido como Informe Navajas. El famoso informe, elaborado en 1989 por el fiscal jefe de la Audiencia Provincial de Guipúzcoa, Luis Navajas, relacionaba a una decena de mandos de la Guardia Civil de Guipúzcoa con el narcotráfico. Entre los investigados se encontraba el entonces teniente coronel Rodríguez Galindo.

El informe está basado en las pesquisas iniciadas por «el capitán del SIGC (Servicio de Información de la Guardia Civil) Juan Manuel Castañeda Becerra en abril de 1988, que decretó abrir una investigación para captar en el País Vasco confidentes válidos para la lucha antiterrorista. Con este objetivo entró en contacto con, un contrabandista, Bonifacio Sagarzazu Virto, que había sido detenido por su implicación en un importante alijo de hachís. Este narcotraficante desveló que su grupo actuaba en connivencia con diversos miembros de las fuerzas de seguridad. El capitán Castañeda infiltró en la red delictiva al cabo Antonio Cruz Sánchez Castellanos, del servicio antidroga de la Guardia Civil en Guipúzcoa«.

El cabo infiltrado puso por escribo que en una reunión en el restaurante Rekondo con José Antonio Santamaría Vaqueriza, responsable del GIFA (Grupo Fiscal y Antidroga de la Guardia Civil), «le expuso las condiciones de su trabajo, que estribaban en no mandar a ningún miembro de su grupo de servicio por la zona que se le indicase cuando se fuera a realizar una operación, comunicar cualquier información que obtuviese relacionada con la misma y permanecer en Intxaurrondo en tanto se estuviese ejecutando«. Por cada inacción operativa, Santamaría cobraría entre 250.000 y 500.000 pesetas en función del volumen del alijo. Santamaría Vaqueriza terminaría siendo asesinado por ETA.

Operación Arca de Noé: La guerra sucia contra la Fiscalía

El informe nunca llegó a investigarse ni a sumarse a ninguna causa penal, lo único que consiguió es que la propia Guardia Civil de Guipúzcoa elaborase un contrainforme, bajo la directa supervisión de Rodríguez Galindo, en el que se excluía a los implicados de mayor graduación y esto fue lo que investigó el juez Fernando Andreu. Un contrainforme que, según publicó Francisco Mercado en El País el 28 de abril de 1995, la «Guardia Civil saboteó en 1990 la investigación del fiscal Luis Navajas sobre corrupción en el cuartel donostiarra de Intxaurrondo, que incluía a su responsable, el entonces teniente coronel Enrique Rodríguez Galindo. Luis Roldán dirigía entonces el instituto armado«. 

Los agentes entonces destinados en Intxaurrondo y citados en el Informe Navajas eran el teniente José Guisado Fernández, el capitán Fidel del Hoyo Cepeda, el sargento José Rancaño Fernández, los hermanos Enrique y Fabián Dorado Villalobos, ambos sargentos, el cabo Antonio Cruz Sánchez, el guardia segundo Juan Pedro Moreno Rey, el sargento José de la Peña Fernández y el teniente Joaquín Collado Callau. En noviembre de 1990, la prensa difundió la paralización en Madrid del Informe Navajas.

Según una posterior investigación interna de la propia Guardia Civil, en diciembre de 1990, la Dirección de la Guardia Civil ordenó al servicio de información investigar los hechos denunciados por Navajas. Pero, según consta en documentos reservados, también se ordenó una operación contra tales pesquisas, que recibió el nombre de operación Arca de Noé

El objetivo de la Operación Arca de Noé, según dichos documentos que menciona El País, era «desacreditar las fuentes, demostrar la normalidad del patrimonio de Rodríguez Galindo y la correcta presentación de sus declaraciones de renta, indicar que no se había podido demostrar ninguna relación entre los miembros del cuerpo y los clanes de contrabandistas» y, sobre todo, «marcar unas líneas de investigación sobre objetivos poco significativos»… Por la naturaleza de la misión encomendada al inicio de la Operación Arca de Noé, durante su desarrollo no se ha establecido ninguna línea de investigación que trate de profundizar en las citadas informaciones [en su mayoría derivadas del informe Navajas] ni se han buscado otras que las contrasten», continuaba el artículo.

Las diligencias judiciales acabaron en noviembre de 1993 con el sobreseimiento de las acusaciones contra todos los implicados, salvo el sargento Enrique Dorado Villalobos, condenado por cohecho al «sobornar a un responsable fiscal para que relajase la vigilancia durante la descarga de un alijo de tabaco«. Su nombre junto al de Felipe Bayo se van a repetir a lo largo de todas las investigaciones realizadas sobre Intxaurrondo ya que fueron personajes clave en todas las operaciones turbias del cuartel así como hombres de la más absoluta confianza de Rodríguez Galindo, como también se verá después.

La escasa información que vio la luz del informe desaparecido durante los años 90 está reflejada en el primer ejemplar de la revista Crisis, en 1993, así como fue usado de apoyo en diversas informaciones periodísticas aunque nunca se desveló por completo. En el único número de dicha publicación se recogen extractos donde se afirmaba que «el foco de corrupción interna detectada en la Comandancia de Gipuzkoa dispone de algunas confidencias que señalan un exceso en el patrimonio particular del teniente coronel Enrique Rodríguez Galindo«.  También informaba sobre «la existencia de una asentada corrupción de miembros del Cuerpo en Gipuzkoa«.

En ese informe se acusaba a Olarte de «tener los contactos con los miembros de los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado a los que se controla, así como de cobrar todas las cantidades que van destinadas a aquéllos«. 

Este informe de la Fiscalía volvió a tomar relevancia tras las muertes de José Antonio Santamaría Tigre y José Manuel Olarte Plomos a manos de ETA, que incrementaron las sospechas sobre la vinculación de las fuerzas de seguridad españolas y el tráfico de drogas en Guipúzcoa, dadas las conexiones de ambos así como su aparición en el llamado Informe Navajas como se puede leer en una noticia publicada en el diario El País en 1994.

En ese informe se acusaba a Olarte de «tener los contactos con los miembros de los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado a los que se controla, así como de cobrar todas las cantidades que van destinadas a aquéllos«. Según informaciones surgidas en la prensa tras la muerte de Plomos, en el Informe Navajas «se señala que Olarte era un elemento clave de la redes de contrabando y narcotráfico de Guipúzcoa y que operaba directamente dependiendo de José Antonio Santamaría, el ex jugador de la Real Sociedad y empresario asesinado por ETA«.

En las diligencias abiertas en 1991, se encontró otro nexo de unión entre Olarte e Intxaurrondo a través de «la solicitud de un de dos millones al supuesto traficante» solicitado por Máximo Blanco Lópezmano derecha hasta 1993 del coronel Enrique Rodríguez Galindo en la Comandancia de la Guardia Civil de Guipúzcoa así como jefe de la Policía Judicial en Gipuzkoa, responsable del Grupo de Investigación Fiscal Antidroga (GIFA) y condecorado hasta en ocho ocasiones por el gobierno de España.

Esta petición se conoció en 1993 lo que motivó el traslado de Blanco a Extremadura, a pesar de que las diligencias fueron archivadas ese mismo año. Sin embargo, en mitad de la investigación, Blanco también tuvo tiempo de tirar de la manta. En 1992, formuló una denuncia secreta ante mandos de la Guardia Civil contra su superior y otros oficiales del acuartelamiento de Intxaurrondo, implicándoles en operaciones de contrabando, cuyos beneficios, según el comandante, se utilizaban en la lucha contra ETA.   

Rodríguez Galindo nunca sería juzgado por su supuesta implicación en actividades de contrabando y tráfico de drogas pero algunos de los Guardias Civiles que destacaron en la lucha antiterrorista sí que lo fueron. Empezando por el propio Máximo Blanco López, que fue sentenciado a seis años de prisión por su implicación de una red de tráfico de hachís, a la que se incautaron 5.400 kilogramos; teniente coronel de la Guardia Civil Rafael Masa, condenado por torturas al padre del refugiado Tomas Linaza también fue sentenciado en 2011 a 11 años de cárcel como «cabecilla de un grupo que introdujo 188 kilos de cocaína procedente de Colombia en el puerto de Santurtzi en enero de 2001«; Michel Domínguez, una de las cabezas visibles del GAL junto a José Amedo, fue detenido en 2013 por tráfico de droga en Barcelona; o el comandante de la Guardia Civil Ramón Pindado, condenado en 1999 por el caso UCIFA, era miembro de los grupos especiales USE que ejecutaron a la militante de ETA Lucía Urigoitia en 1987.

Las mil caras bajo el tricornio

Para empezar a hablar de Rodríguez Galindo me gustaría hacerlo con una frase que tengo grabada en mi memoria universitaria, ya que en esta etapa de mi vida me pilló el juicio por los asesinatos de Lasa y Zabala de 1999. «Con seis hombres como ellos se hubiera podido conquistar América del Sur por completo«, esto decía el ya General de la Guardia Civil al referirse a dos de sus subordinados en Intxaurrondo, Enrique Dorado y Felipe BayoEl agente Dorado era uno de sus hombres de confianza pero fue expulsado del cuerpo en 1995 aunque previamente hay sido condenado por tres delitos: sobornar a un compañero para proceder al desembarco ilegal de tabaco; robo en una boutique en Irún; y por torturar a Joakin Olano, todo ello mientras estaba destinado en Intxaurrondo.  

Cuando cuatro agentes a su mando fueron enjuiciados por torturas, el alto mando de la Guardia Civil tuvo otra de sus intervenciones gloriosas. «ETA ha conseguido desprendernos de cuatro valiosos hombres. Estamos solos y creíamos que el resto del país estaba orgulloso de nuestro trabajo. No tenemos prensa, como la tiene ETA, y esto es, aunque alguien no lo crea, una guerra. Una guerra para salvar la democracia, las libertades y los derechos de los ciudadanos, especialmente el más importante de todos, que es el derecho a la vida«. 

«Cuando ETA está más debilitada, la eficacia policial es más alta y la colaboración internacional más intensa, todas las fuerzas políticas abertzales, olvidando sus diferencias, se han puesto de acuerdo en el tema de las torturas y han puesto el punto de mira hacia nosotros. Aquí no hay torturas«, concluía altivo ante la prensa casi una década antes de que su figura comenzase a resquebrajarse mediáticamente. 

Y, además, creo que puedo invitar, y mis superiores lo harían también, a Amnistía Internacional a que venga a Intxaurrondo,
donde, y lo puedo asegurar, no se practican malos tratos. – Rodríguez Galindo

La condena que lleva a prisión iba a Rodríguez Galindo es por el secuestro y asesinato de José Antonio Lasa y José Ignacio Zabala. Le cayeron un total de 75 años aunque sólo cumplió cinco de ellos ya que fue excarcelado por problemas de salud. El ex gobernador civil de Guipúzcoa, Julen Elgorriaga; el teniente coronel Ángel Vaquero, capitán y jefe del Servicio de Información en la Comandancia de Intxaurrondo; y los ex guardias civiles Enrique Dorado y Felipe Bayo también fueron condenados por los mismos delitos.

Sin embargo, para el caso de la canción que nos ocupa en este artículo de la serie #TheStoryBehind vamos a poner el foco en esas acusaciones de lucrarse con el tráfico de drogas durante sus años en Intxaurrondo fueron publicando periódicos como Diario 16, Egunkaria o Egin, contra quienes Rodríguez Galindo se fue querellando sin éxito alguno. Debido al informe cocinado al gusto de la Guardia Civil durante la llamada operación Arca de Noé, el teniente general se salvó de la investigación del juez Andreu. Sin  embargo, a mediados de la década de los años 90 se iba a volver a reabrir el caso con el general en pleno ojo del huracán aunque la causa quedó archivada en 2002.

Bajo este clima de terrorismo, guerra sucia de los aparatos del Estado, torturas y tráfico de drogas se desarrolló  un caso de narcotráfico especialmente clamoroso que flotó en el ambiente de Intxaurrondo. En mayo de 1988, la policial judicial incautó casi una tonelada de cocaína en Irún de la que en tres días desaparecieron 150 kilogramos. En el auto de prisión, dictado el 10 de mayo de 1988, el juez instructor se refiere a un alijo «de alrededor de unos 1.000 kilos». En el auto de secreto sumarial, dictado el 13 de mayo del año citado, el mismo juez se refiere ya a «la incautación de 830,911 kilogramos de cocaína«.  La diferencia se achacó a un fallo en el sistema de pesaje. 

Según se puede leer en El País, «De acuerdo con la información de la policía, la cocaína aprehendida en Irún el 7 de mayo de 1988 fue introducida en un camión que fue cerrado con un candado y conducido a la comisaría de San Sebastián, ante cuya puerta quedó aparcado y sometido a vigilancia. El día 8, se extrajo el alijo para exhibirlo en las dependencias del Gobierno Civil. Concluída la rueda de prensa del gobernador, la droga fue devuelta al camión, donde permaneció hasta su traslado al crematorio, el día 10 por la mañana«.

La batalla legal

El 24 de junio de 1991 se edita la primera referencia del sello creado por Negu Gorriak, Esan Ozenki Records, se trata del segundo disco del grupo, titulado Gure Jarrera (Nuestra postura). El tema decimotercero es “Ustelkeria” (Podredumbre Corrupción). Una canción cuya letra está inspirada en el escándalo de la coca de Irún. La canción se desarrolla bajo un formato de conversación telefónica ficticia entre Fermín Muguruza (vocalista) y Kaki Arkarazo (guitarrista) con una letra basada en una información publicada en el diario Egunkaria, en la que se reflejaba la posible existencia de focos de corrupción y probable participación en redes de contrabando y narcotráfico por parte de guardias civiles pertenecientes a la 513ª Comandancia con base en el cuartel de Intxaurrondo, al parecer con el consentimiento de su superior, el coronel Enrique Rodríguez Galindo. 

«Estando en Irún recabábamos mucha información —digamos que no oficial— de toda la gente que andaba en el contrabando en un lugar de frontera como es esta zona del Bidasoa… De repente un día nos enteramos de que una tonelada de cocaína incautada por la Guardia Civil es pesada al día siguiente y solo quedan novecientos kilogramos. Todo el mundo decía en Irún que aquello era cosa del cuartel de Intxaurrondo, encargado del control de la frontera. Que al final ellos también terminaron convertidos en narcotraficantes«, declara Fermín Muguruza en una entrevista publicada en Jot Down.

«Cuando editamos aquella canción en el 91, «Ustelkeria» (podredumbre o corrupción), lo que decimos es que las drogas hay que legalizarlas para evitar el enriquecimiento de las mafias. Pero también denunciamos a Intxaurrondo y a Galindo al hilo de un tema muy debatido como era el tema de las drogas en Euskadi. Hubo incluso atentados de ETA a locales que supuestamente vendían drogas. Todo aquello nos generó enormes broncas con gente que se podía considerar cercana, porque nosotros estábamos a favor de la legalización para que nadie te dijera lo que tenías que hacer. Ni el Estado ni la izquierda abertzale», explica el cantante.

Rodríguez Galindo demanda a Negu Gorriak la cantidad de 15 millones de pesetas (unos 90.000€) por “daños al honor y difamación del buen nombre, así como la prohibición al grupo de publicar la canción en futuras ediciones del disco y prohibirles tocarla en directo

Dos años después, un 25 de junio de 1993, el coronel de la Guardia Civil, Rodríguez Galindo interpone una demanda contra Negu Gorriak además de a dos personas más, Jon Maia, el bertsolari que ha colaborado activamente en el disco; y a Ángel Katarain, técnico de sonido habitual de los directos de la banda y a los mandos de la grabación del disco Gure Jarrera. El motivo, el contenido de su canción, “Ustelkeria”.

El teniente coronel consideraba que ese tema constituye una “intromisión ilegítima en su derecho al honor”, además la demanda se amplia al uso que se hace de una fotografía suya que aparece junto al texto de la canción en el libreto incluido en el disco. El teniente coronel exige al grupo la cantidad de 15 millones de pesetas (unos 90.000€) por “daños al honor y difamación del buen nombre, así como la prohibición al grupo de publicar la canción en futuras ediciones del disco y prohibirles tocarla en directo. Comienza así una larga batalla por el derecho a la libre expresión entre el guardia civil y el grupo.

El juzgado de primera instancia de San Sebastián se pronuncia a favor de Negu Gorriak a comienzos de 1994. Desestima la demanda argumentando que la canción contiene “palabras contundentes que incorporan un significado ácido y mordaz pero legítimo dentro del campo de la libertad ideológica”. El diario El Mundo publica la foto de Fermín Muguruza frente a la de Rodríguez Galindo con el titular: Negu Gorriak 1 – Galindo 0. El todavía teniente coronel, que no queda conforme con el resultado, recurre la sentencia, pasando el caso a la Audiencia Provincial de Gipúzcoa, que en junio de 1995 falla en favor del guardia civil al estimar parcialmente su demanda.

El juez condena a Negu Gorriak a pagar 15 millones de pesetas al coronel, la prohibición de incluir la canción en cuestión en sucesivas reediciones del disco e interpretación en directo. La fuerte suma de dinero hace correr un serio peligro a la actividad discográfica de Esan Ozenki Records con la posibilidad de, en caso de que se materialice la sentencia, se lleve a cabo el embargo de los másters de todos sus grupos así como el bloqueo de las cuentas bancarias del mismo, lo que pondría fin a su trayectoria.

Hitz Egin!

Tras el varapalo judicial recibido en la Audiencia Provincial, Negu Gorriak pusieron en marcha una campaña internacional en defensa de la libertad de expresión bajo el nombre Hitz Egin! (¡Habla!, en castellano). Una medida para internacionalizar el proceso que estaban viviendo así como una manera de recaudar fondos para hacer frente a las costas de los siguientes procesos judiciales o de una eventual multa si la sentencia se confirmaba. 

El punto álgido llega el 28 de octubre de 1995, con la celebración en Oiartzun del concierto Hitz Egin! de 9 horas de duración en el que además de los propios Negu Gorriak actúan BAP!!, Nación Reixa, Xabier Montoia, Deabruak Teilaluetan, Ama Say, Su Ta Gar, Banda Bassotti, Anestesia, Kashbad, Baldin Bada, DUT, EH Sukarra, Lin Ton Taun Etsaiak. La campaña además de recabar mucho apoyo social también se concretó en otros tres frentes en 1996:

  • Publicación de Ustelkeria por parte de Esan Ozenki. La álbum no se vende a través de tiendas de discos si no por correo a un precio solidario de 5.000 pesetas (30€). El disco recopilaba rarezas, canciones que habían aparecido en singles, un tema nuevo que iban acompañados de un libreto donde se explicaba la batalla judicial que les enfrentaba a Rodríguez Galindo.
    El detalle que los solidarios compradores ignoraban es que la banda apuntó sus direcciones postales donde años más tarde llegaría una entrada para sus conciertos de celebración de la victoria sobre el todavía general de la Guardia Civil.
  • El sello francés Explicit Sounds publica un 7″ compartido entre Negu Gorriak y BAP!! titulado Irabaziko dugu. En el interior también se encuentra un texto en el que se cuenta la situación en la que estaban inmersos.
  • La discográfica italiana Radio Tandem también colaboró con la causa con la edición de Hitz Egin! Parla! Libertà d’espressione que reunía a diversos grupos italiano y cerraba con «Ume hilak» («Niños muertos«).
     

El año de 1996 va a terminar con una mala noticia para los seguidores de la banda ya que el 31 de octubre, Fermín Muguruza anuncia a través de Egin la disolución de Negu Gorriak, explicando que ya ha cumplido con su ciclo de vida. La despedida se realiza en 4 de diciembre de ese mismo año en el Bertso Hop, de Irún, mediante una rueda de prensa y la presentación de Salam Agur,un disco de 15 versiones que cerraba la trayectoria musical del grupo.

… Hasta la victoria final!

La sentencia contra Negu Gorriak iba a ser otra medalla para lucir en el traje de gala del general más condecorado en la lucha antiterrorista. Sin embargo, la vida empieza a cambiar para Rodríguez Galindo también en 1996, cuando en mayo el juez de la Audiencia Nacional Gómez de Liaño le mandó a prisión por su implicación en los secuestros y asesinatos de Lasa y Zabala. El policía Ángel López Carrillo fue el encargado de tirar de la manta ante los periodistas de El Mundo y frente al propio juez. Unas declaraciones que fueron corroboradas por un segundo testigo, el traficante de drogas conocido como Txofo

Las torturas, los asesinatos de la guerra sucia contra ETA, el tráfico de drogas, el cuartel de Intxaurrondo, Rodríguez Galindo y el poder político del estado se daban la mano en un caso como el de Lasa y Zabala que iba a llevar al banquillo de los acusados al general más condecorado de La Benemérita, que hasta mediados de los años 90 parecía intocable y con barra libre para perpetrar actividades delictivas en la más absoluta impunidad. 

A pesar de la disolución de Negu Gorriak, la batalla judicial siguió su curso hasta llegar al Tribunal Supremo que un 7 de junio de 2000 estima parcialmente el recurso de la defensa: la demanda de Rodríguez Galindo estaba mal planteada al imputar a personas como Jon Maia, que no habían tenido relación con la composición del tema, y no incluía a Mikel Campos, uno de los autores de la canción. Esta falta de imputación planteaba una indefensión a Mikel Campos ya que podía ser juzgado y sentenciado sin poder defenderse.

A pesar de que el Tribunal Supremo nunca se pronunció sobre si “Ustelkeria” está o no amparada por el derecho a la libre expresión, la noticia fue acogida por Negu Gorriak como toda una victoria. Grupo y seguidores no fueron los únicos en entender el fallo como un triunfo. «Fue una una supervictoria. David contra Goliat. Habíamos ganado a la Guardia Civil, a Intxaurrondo, a Galindo. Sentíamos que éramos Vietnam ganando al imperialismo americano. Aquello fue la hostia«, explica Fermín Muguruza a Jot Down

El 10 de enero de 2001 anunció su regreso a los escenarios para realizar dos conciertos de celebración en Baiona y Donosti acompañados de Selektah Kolektiboa y Banda Bassotti. Dos conciertos de regreso que en realidad fueron cuatro: uno secreto en una bodega de Hernani; el de Baiona más dos en el Velódromo de Anoeta en Donosti, debido a que las entradas se agotaron en menos de un mes se decidió hacer una segunda fecha. Unos conciertos a los que invitaron a todas aquellas personas que habían comprado la recopilación Ustelkeria.

Si alguno se está preguntando como Rodríguez Galindo tuvo conocimiento de «Ustelkeria» de Negu Gorriak, atento a la sorpresa que desvela Fermín Muguza en Jot Down. «Galindo nos pone la denuncia. Y todo porque su hijo era seguidor de Negu Gorriak. Al parecer se llevaban muy mal entre ellos y fue con el disco y le dijo a su padre… mira, escucha esto. Supongo que el otro lo escuchó, digo yo que se lo traducirían, y envió al abogado que nos denunció a todos los que aparecíamos en el disco«.


Autor: Charlie Condenado


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