Invasión Rechazada: La verdadera Quadrophenia

A buen seguro que nuestros lectores han visto Quadrophenia o, en su defecto, han tenido en sus manos una edición de esta ópera rock de The Who. Un álbum conceptual que llegó a la gran pantalla a finales de la década de los años 70, coincidiendo con el renacer de la cultura sixtie y mod. En aquel 1979, cuando The Jam ya lo petaban, The Who volvían a los escenarios, se celebraba el Mods MayDay’79, como os contamos semanas atrás, nuevas bandas ponían en el mapa ‘lo mod‘, Quadrophenia vino a rescatar aquel cálido y largo verano de 1964, cuando mods y rockers protagonizaron innumerables refriegas a lo largo de la Costa Sur del Reino Unido.

El sur del Reino Unido nunca ha sido Málaga, pero aglutina buena parte de los recursos turísticos del país en lo que se refiere a sol y playa. Localidades como Clacton, Brighton, Margate, Bournemoth. Hastings, Great Yarmouth o Broadstairs se convirtieron en improvisados campos de batalla entre dos movimientos juveniles que venían a representar el antagonismo clásico entre lo moderno y lo viejo. Unas peleas que comenzaron con el Easter -Pascua- y que se extendieron hasta el Bank Holiday de agosto, alcanzando el clímax el 18 de mayo en Brighton, donde miles de adolescentes británicos participaron en una pelea multitudinaria en la playa de la localidad y que fue inmortalizada en Quadrophenia.

Los contendientes
La tensión entre mods y rockers se ha podido explicar desde diversas ópticas. Una de ellas en la habitual colisión entre diferentes generaciones, entre la que está, la que posee el estatus, y la que viene, la que aspira a conquistar este estatus. En general, los rockers pertenecían a un generación anterior a los mods. Eran mayores. Estaban ya en la veintena e, incluso, la treintena. Chocaba con la juventud del público mod. Adolescente, efervescente y juvenil, con nuevos aires estéticos y musicales que chocaban con los gustos clásicos de teddy boys.

Dick Hebdige, en su libro Subcultura, explicaba que los teddy boys británicos cayeron rendidos ante la cultura rocker porque «los tupés, las faldas con vuelo, la gomina y el cine acabó por significar América, un continente imaginario de westerns y gángsteres, de lujo, de glamour y de automóviles«. Una subcultura que durante la década de los años 50 también tuvo problemas con otros movimientos juveniles, como con los beatniks; y etnias, como en los disturbios callejeros de Notthing Hill en 1958 contra jóvenes antillanos.

Teddy boys y beatniks representaron dos culturas antagónicas porque, según palabras de Hebdige, «el ted era irreductiblemente xenófobo y proletario» mientras que el beatnik crecía «en una cultura instruida, se interesaba por la vanguardia y adoptaba un aire cosmopolita de tolerancia bohemia«. El autor considera que los estilos de ambos eran «irreconciliables«, especialmente desde que el trad jazz emergió a finales de los 50s en el Reino Unido.

Había que tomar varios autobuses para ir desde los campus universitarios y las cafeterías y pubs débilmente ilusminados del Soho y Chelsea basta los antros favoritos de los teddy boys en el corazón de las zonas obreras del sur y del este de Londres Dick HebdigeSubcultura

El mod jazz y la década de los 60 propiciaron la aparición de una nueva subcultura en el Reino Unido: los mods. Hebdige en Subcultura, uno de los libros clásicos sobre el estudio de las culturas juveniles y tribus urbanas; explica que los mods, al igual que los hipsters de los años 50, eran «el típico dandi de clase baja (Goldman, 1974) obsesionado por los menores detalles de su vestuario«.

Su estéticamente había una gran diferencia entre ambas culturas juveniles, también lo había a la hora de desplazarse ya que las motocicletas de procedencia estadounidense que gastaban los rockers eran remplazadas por scooters italianas –Vespa y Lambretta– por parte de los mods. Un detalle que venía a poner de manifiesto una mayor discreción por parte de la nueva subcultura.

«A diferencia de los teddy boys, que hacían notar su insolencia, los mods eran de aspecto más sutil y contenido: llevaban trajes aparentemente conservadores de colores respetables, eran pulcros y ordenados hasta lo maniático«. De hecho, desde el punto de vista social, los mods estaban mejor vistos que los rockers no sólo por su estética, también porque laboralmente se les consideraba personas mejor integradas y con unas formas que les permitían desempeñar trabajos más finos.

Según datos que publicó The Observer durante los meses que duraron las peleas entre mods y rockers, «El setenta y cinco por ciento de los miembros de la escena mod se consideran de clase media y, generalmente, pueden permitirse seguir las tendencias. El resto tiende a decir que la moda ya no es tan importante. Los mods están perdiendo el interés en sus scooters pero se preocupan por estar a la moda y gastar £4 o £5 por semana para mantenerse al día«.

Living for the weekend
Especialmente los mods, pero también los rockers, el fin de semana suponía el momento culmen. Ese instante en el que el individuo podía ser él mismo sin necesidad de estar sujeto a las convenciones y normas que rigen las relaciones tanto paterno-filiales como laborales. «De camino entre su casa y la escuela o el trabajo, los mods «se perdían»: eran absorbidos por un «mediodía subterráneo» (Wolfe, 1969) de clubes, discotecas, tiendas de ropa y discos escondidos escondidos en los sótanos«.

Estos periodos entre semana laboral y semana laboral, entre clase y clase, eran lo que daban sentido a la vida del mod. Eran esos momentos en los que podía ser él, disfrutar durante el fin de semana de su subcultura con intensidad. «Vivían, por así decir, entre las hojas del calendario laboral (de ahí las reuniones en días festivos, los actos en fin de semana, los all-nighters o fiestas de toda la noche), esas bolsas de tiempo libre son las que dan algún sentido al trabajo«.

Con la llegada del buen tiempo, nada mejor para disfrutar de la crew que una visita relámpago en moto a las cosas del sur para disfrutar de una jornada de playa. Sin embargo, al llegar a las playas, los mods se daban de bruces con los rockers. Como hemos visto anteriormente, los teddy boys pertenecían a una generación mayor, es decir, comenzó a surgir una tensión propiciada no sólo por la edad o la estética, también por una disputa territorial, muy propia de la cultura urbana británica.

El equilibrio de fuerzas iba a cambiar en 1964. La escena mod estaba creciendo, más mods adolescentes en las calles y también en las playas. Tony Edwards, un mod de 18 años en 1964, declaraba a un periodista del Daily Mirror a raíz de los disturbios de Brighton que «los rockers nos habían superado en número durante años, pero en 1964 hemos crecido en número  y ahora es el momento de recuperar«.

Más que una mera cuestión de rivalidad entre pandillas juveniles o, al menos no sólo por ello como se quiso vender desde los tabloides, las peleas entre mods y rockers del verano de 1964 fueron una disputa de territorio. Algo muy frecuente en el Reino Unido han sido las peleas dentro de cualquier escena musical por cuestiones vinculadas al origen, ya sea barrio, ciudad o equipo de fútbol como hemos visto en el caso de Cockney Rejects y el concierto más sangriento de la historia.

Start the Fight
Esta disputa iba a canalizarse en una espiral de violencia que sacudió las playas británicas, y otros lugares de ocio, durante el verano de 1964. Todo empezó en Pascua o Easter, como dicen en UK, y no sólo hay que culpar a la diferencia generacional y cultural como elementos que explican estas confrontaciones entre mods y rockers. También hay que tener en cuenta que las peleas surgieron como una forma de matar el aburrimiento en la playa, tocando las narices a los ‘vecinos’, y, en gran parte, la posterior escalada en la violencia fue alimentada por la atención de los propios medios de comunicación.

El primer incidente acaeció el fin de semana del 30 de marzo de 1964 en la ciudad de vacaciones de Clacton-on-Sea, en el condado de Essex, al sureste de Inglaterra. Famosa por sus berberechos y caracoles, sombreros con la leyenda de Kiss Me Quick, sus atracciones, el muelle de 800 pies de altura y las arenas doradas en West Beach. Clacton proporcionó el telón de fondo para la primera gran batalla entre los 25 rockers y sus rivales mods. Unos choques que depararon un balance de 97 detenidos en la portada del Daily Mirror.

«‘Wild Ones’ Invade Seaside» tituló el periódico inglés. Wild One es el título original del film protagonizado por Marlon Brando, que en España se tradujo como Salvaje, y que cuenta las andanzas de una banda de motoreros. En la entradilla del medio inglés se podía leer:

Los salvajes invadieron ayer una ciudad costera bebiendo, rugiendo, revolviendo, adolescentes en scooters y motocicletas. Anoche, después de un día de disturbios y batallas con la policía, noventa y siete de ellos han sido arrestados – The Daily Mirror tras los disturbios de Clacton-on-Sea

Estos altercados no sólo saltaron a la primera plana de los periódicos ingleses, también el ABC español se hizo eco de ellos. En la página 63 de la edición matinal del martes, 21 de marzo, un titular se podía leer: «Bandas de gamberros convierten en campo de batalla la ciudad costera de Clacton«. El subtítulo apostillaba que «cerca de cien personas de ambos sexos» habían ingresado en prisión.

En las líneas transcritas de la crónica telefónica enviada por el corresponsal de ABC en Londres podemos leer algunos pasajes muy ilustrativos e, incluso, divertidos. «La divisa de este centro veraniego antes de la invasión de la columna motorizada era: «Alegría, salud y felicidad». Después de la pasada de los expedicionarios, la divisa de Clacton, podía ser: «Valor y reconstrucción«.  La vena sensacionalista de ABC para con los movimientos juveniles no es algo de la actualidad como podemos comprobar en estos relatos de 1964: «Es como una población del salvaje Oeste» o «he presenciado motines en América, pero parecían juegos de niños comparados con esto«, declaraban algunos testigos presenciales.

Se realizaron ejercicios de tiro al blanco con rifles del 22. Algunos coches de policía sirvieron de objetivo para las armas arrojadizas y un caballero de las fuerzas vivas locales que pretendió aguar la fiesta a los forasteros realizó un vuelo planeado desde un puente hasta la vaguada – ABC de 21 de marzo de 1964

La crónica de los sucesos tampoco tiene desperdicio: «el terremoto de Clacton se fue forjando la noche anterior a la gran sacudida del domingo. Varios centenares de jóvenes acamparon en la localidad… Entre los forasteros había grupos enrolados entre los mods, es decir, perimetres que se distinguen por sus zapatos afilados, trajes de línea italiana, cortes de pelo estilo «doncel romántico» y camisas con chorreras. Por desgracia para Clacton iban llegando también bandas de rockers (péndulos) partidarios de las chaquetas de cuero, de las botas vaqueras, de los cintos claveteados, y las melenas a lo «beatle»…«.

Las principales peleas entre mods y rockers se desencadenaron desde el domingo al mediodía y durante unas ocho horas. «Según el balance de la Policía, los coches sorprendidos en las zonas de estacionamiento quedaron listos para el desguace. Las casetas de la playa, con sus enseres, flotaban a merced de la marea… El gran salón de conferencias, en vías de construcción, está ahora con los cimientos al aire. La bolera recuerda a unas ruinas griegas y varias tabaquerías fueron aligeradas de todo género expuesto«.

Escalada
Estos sucesos acaecidos durante la Pascua no iban a ser sino que el pistoletazo de salida a otros muchos más graves que iban a reproducirse durante la primavera y el verano de 1964, especialmente durante los puentes –bank holidays– de mayo y agosto, que volvieron a saltar a la portada de los periódicos ingleses y europeos. Incluso hasta el papa Pablo VI advirtió del «grave problema de la juventud extravagante«, aludiendo a los enfrentamientos entre mods y rockers en las playas inglesas.

El nuevo episodio de violencia a gran escala entre mods y rockers se iba a dar el 18 de mayo, coincidiendo con el Whitsun, día de la celebración de Pentecostés, que ha sido fiesta en UK hasta 1972 cuando fue sustituida por el Spring Bank Holiday. Tanto ese domingo como el lunes eran festivos en el Reino Unido y con la llegada de mayo, la flores y los tallos, la gente volvió a ir a las playas y las peleas en lugar de implicar a docenas pasaron a movilizar a varios centenares por bando.

Decenas de jóvenes han sido condenados a penas de prisión después de un fin de semana de Pentecostés de violentos enfrentamientos entre las pandillas de mods y rockers en una serie de centros turísticos de la costa sur de Inglaterra. BBC

Las principales contiendas acaecidas durante el puente de la celebración de Pentecostés se sucedieron en Brighton y Margate. No fueron los únicos resorts en ser víctimas de las tensiones entre mods y rockers. Sin embargo la de la playa de Brighton fue la pelea más multitudinaria y, además, quedó inmortalizada en Quadrophenia. Las disputas, como en el caso de marzo en Clacton, fueron gestándose según avanzaban las horas, tal y como como relataba Edwards a las páginas del Daily Mirror y dan buena cuenta del crecimiento experimentado en las filas mods.

«Cuando llegamos a la playa, sólo había unos pocos mods y un gran grupo de rockers en el medio. En unos 90 minutos, la playa llena de cientos de mods. Entonces alguien de nuestro lado lanzó una piedra y en pocos segundos estaban siendo bombardeados». «Acabamos de cargar en la playa. Había 800 de nosotros y  unos 100 rockers», relataba a The Observer otro joven llegado a la zona desde el Merseyside. La tensión incrementó y, según el relato ácido de este joven mod, «la Policía tuvo que cargar en la playa y escoltar a este grupo de rockers, lo que debe haber sido humillante. Eran hombres duros y nosotros tan sólo éramos unos niños vestidos con ropa de moda«.

Alrededor de 1.300 mods y rockers se reunieron en el Palace Pier, cantando y burlándose unos de otros y lanzando piedras cuando la policía trató de dispersarlos… En Margate, hubo batallas en la playa entre la policía y hasta 400 jóvenes. Se arrojaron botellas y dos oficiales resultaron ligeramente heridos. – BBC

La BBC hizo balance de los enfrentamientos en Margate: «dos jóvenes fueron llevados al hospital con heridas de cuchillo y 51 fueron arrestados después de que cientos de adolescentes convergieran en la ciudad para el fin de semana festivo«, mientras que de Brighton contó que «dos jóvenes fueron encarcelados durante tres meses y otros fueron multados debido a que más de 1.000 adolescentes participaron anoche en escaramuzas en la playa y el paseo«.

La página 64 de la edición de la mañana del periódico ABC de 19 de mayo de 1964 reflejaba los enfrentamientos de Brighton y Margate que aparecían en formato breve bajo un titular: «Multitud de alborotos juveniles en Inglaterra y EE.U..». El diario fundado por Torcuato Luca de Tena explicaba a los españoles que «unos dos mil jóvenes menores de veinte años armaron un gran alboroto, peleando los unos contra los otros, en la localidad costera. Utilizaron en la reyerta botellas y piedras, así como sillas y otros objetos que lanzaron contra la Policía«.

El 23 de mayo, en su página 68, ABC recogía la crónica postal de los acontecimientos enviada por el corresponsal en Londres. En ellas se recogían las sentencias realizadas por el juez de Margate, que definió a los jóvenes como «este tipo de gamberro melenudo, perturbado mental que sólo se muestra valeroso cuando caza en manada como las ratas«. El cronista español siguió esta línea argumental. «La justicia está dispuesta a que ese género de melenudos caiga de nuevo sobre los centros de esparcimiento turístico situados en la costa. Los reñidos con las tijeras, sin embargo, no parece que renuncien a la acción. Al ser sentenciado uno de los jóvenes, el juez le preguntó si quería un plazo para abonar la multa de 12.000 pesetas. «No hace falta -respondió el agresor- Si prefiere le extiendo un cheque aquí mismo«.

Last Round
Junto con las temperaturas también subió el número de conflictos durante el verano de 1964. El martes, 3 de agosto, ABC recogía los problemas que el fin de semana había dejado principalmente en Hastings, donde la Policía Local tuvo que ser auxiliada por fuerzas aerotransportadas de Scotland Yard. Lo cierto es que parecía una crónica de guerra: «Los gamberros han vuelto a presentar batalla por las costas del Canal de La Mancha… los centros turísticos más castigados han sido Hastings, Great Yarmouth -ala derecha del ataque- y Brighton -zona de cobertura-«, iniciaba el cronista.

El domingo, 1 de agosto, la policía de Hastings tuvo que reclamar la ayuda de Scotland Yard, que tenía a 69 de sus hombres preparados en un aeropuerto londinense. Una operación logística que, según el relato de ABC, costó «medio millón de pesetas«. En el reporte, además de la detención de cerca de una veintena de jóvenes y de la aparición del cuerpo de una persona flotando en el río, del que imaginamos que por efectos de la censura se menciona de casualidad; también se informa de otros disturbios en Brighton así como del texto enviado cuando cesaron las hostilidades: «Invasión rechazada«.

El serio problema entre de los «teddy boys», de los «mods», y de los «rockers», que revelan los profundos dramas originados por falta de creencia, por el vicio, la malicia y la delincuencia» – Papa Pablo VI en ABC

Tal fue el espectáculo creado por los medios de comunicación que hasta el Papado mostró preocupación por una juventud que andaba descarriada. ABC, siempre tan sensible para las preocupaciones eclesiásticas, recogió en agosto que «el Santo Padre lamentó profundamente el hecho de que se hable de este tipo de juventud, tanto en literatura y en cine como en «lugares de disipación mundana», convirtiéndolos en «campeones y maestros», siendo lo pero de ello el que encuentren por doquier «fáciles imitadores y seguidores»«.

En este encuentro ante un millar de jóvenes exploradores italianos -¿El origen de «El seminarista y los boy scouts» de Decibelios?-, también tuvo a bien de hablar de «otras especies de jóvenes, caracterizados por sus extravagancias existencialistas, ansiosos de disfrutar de una vida como una experiencia sin sentido y llena de falsas apariencias, que son todo lo contrario al sublime y único  ideal, al noble y serio deber, al puro y sagrado amor».

No sabemos si las disputas entre mods y rockers del verano de 1964 fueron consecuencia de la rivalidad entre tribus urbanas, un choque generacional o simplemente una mezcla de aburrimiento, purple hearts y alcohol. Sin embargo, sí sabemos que sirvieron para vender periódicos, sermones religiosos y discos en forma de Quadrophenia, compuesta por Pete Townshend y, posteriormente, llevada a la gran pantalla en 1979, año de la explosión del revival mod. Pero eso es otra historia…


Autor: Charlie Condenado