El último engaño: ¡Sex Pistols en América!

«¿Alguna vez habéis tenido la sensación de que has sido engañado? Buenas noches«. De esta forma se despidió Johnny Rotten de la audiencia congregada en el Winterland, de San Francisco, un 14 de enero de 1978. La última vez que Sex Pistols actuaron en directo hasta su regreso a los escenarios en 1996. Un punto y final de su primer, y único, tour estadounidense que se llevó por delante al grupo bandera del fenómeno punk que arrasaba en el Reino Unido.

No fue tan caótico como el Anarchy In The UK Tour de 1976 pero, sin embargo, acabó con ellos. La gira se saldó con la marcha de Rotten a los pocos días de su show final; Sid Vicious cayendo definitivamente en brazos de la heroína; mientras Steve Jones, Paul Cook y Malcolm McLaren reclutaban como vocalista a un prófugo de la justicia como Ronnie Biggs, como os contamos en el artículo Del robo del siglo a cantante de Sex Pistols, en su último intento de mantener vivo a Sex Pistols.  


Escucha la versión extendida de la gira por USA de Sex Pistols en nuestro podcast

Una gira por el sur

A comienzos de 1978, Sex Pistols dieron el salto al otro lado del Atlántico para realizar una pequeña gira de ocho conciertos por Estados Unidos. Ocho actuaciones que terminarían siendo siete ya que la primera de ellas, en Pittsburgh, se canceló. El resto de la gira se planeó desde los primeros días de enero hasta el 14 del mismo mes en el que cerrarían en el Winterland de San Francisco.

Desde su aparición en el programa de Bill Grundy, Sex Pistols se habían convertido en la banda más peligrosa del planeta, en los satánicos portadores del irreverente mensaje del punk. Un grupo que vivía permanentemente bajo el foco mediático desde diciembre de 1976 y, en especial, durante todo 1977. «Fuimos promocionados como los nuevos Rolling Stones«, escribió Rotten en sus memorias. «Fue horrible. Una vez que algo alcanzó un nivel de importancia, los Pistols caímos, no por nosotros mismos, si no por la gente que debería haber estado cuidándonos«.

Sex Pistols llegaban al continente americano no en muy buena forma. Los meses anteriores habían sido intensos para el grupo pero, en especial, diciembre con 17 conciertos repartidos entre Escandinavia, Países Bajos e Inglaterra. Además, el grupo también se veía perseguido no sólo por los diversos sucesos y escándalos en los que se veían envueltos, como del que surgió «Holidays In The Sun«, también por los que se inventaba su propio mánager. McLaren siempre dispuesto a figurar como el cerebro en las sombra de un grupo sin talento, nada más alejado de la realidad como demostraban sus canciones. 

El cuarteto británico había recibido cobertura por la prensa musical de Estados Unidos, pero nada comparado con lo que les esperaba tras su desembarco en el aeropuerto de Nueva York, donde llegaron con retraso por problemas con los visados. Las dos principales revista del país, Time y Newsweek publicaron reportajes sobre el cuarteto. «Las payasadas de los Pistols se suman al entretenimiento si uno disfruta de una pequeña rebelión de alcantarilla y muchas expectativas despreciadas«, escribió Time.

«¿Los Sex Pistols salían cada noche en las noticias de Walter Cronkite! Imaginaos el nivel de marketing. Salía y decía: ‘Ahora mismo están llegando a América’. ¿Para quién era noticia aquello? Eran noticia por lo que no eran. En América tuvieron repercusión, y así se definió el punk rock, porque en cuanto algo sale en las noticias de las siete y en las portadas de los periódicos, eso es punk rock«, aseguró Danny Fields, mánager de The Stooges y Ramones, en las páginas de Por favor, mátame de Legs McNeil y Gillian McCainA pesar de la mala prensa, algunas publicaciones admitieron el éxito de la banda como un medio escrito de Dallas reprodujo tras su concierto: «Mientras tanto, a pesar de la lucha salvaje de Sex Pistols, Estados Unidos parece amarlos. La crítica les ha colmado de superlativos y han aparecido reiteradamente en televisión«. 

McLaren diseñó una gira que evitaba los dos principales mercados: Nueva York y Los Ángeles. La idea fue llevar a Sex Pistols al Sur del país, buscando polémica con las siempre conservadores personas blancas de estos estados. «La intención de Malcolm era la confrontación«, recuerda Roberta Bayley, fotógrafa jefa de Punk Magazine que cubrió los dos conciertos en Texas de la banda. «La estrategia de Malcolm para con los Pistols era la teoría del caos. Era un descontrol, y no tenía nada que ver con la música. Tenía que ver con el fenómeno del terror que venía de Inglaterra«, comentó Danny Fields

El tour iba a pasar por Atlanta, Memphis, San Antonio, Baton Rouge, Dallas, Tulsa y San Francisco. Tan sólo la última era una ciudad dónde podían encontrar una audiencia punk, el resto eran lugares poco menos que hostiles para Sex Pistols. «Tocamos en estas ciudades porque estas son las personas que nos aceptarán o nos odiarán; no son tan pretenciosos como lo son en Nueva York «, explicó Rotten. «Nos decían que nos iban a matar. Pues vale. Les demostramos que se equivocaban. Alguno acabó muerto, pero no los que contaban. “Son unos fanáticos de la Biblia y se pasan el día disparando”, insistían. Es verdad que había fanáticos de la Biblia y pistolas, pero no era a nosotros a quienes apuntaban. No eran más que disparos al aire. El conductor del autocar era un tipo negro que nos desaconsejaba ir a todos los sitios que estaban programados porque le aterrorizaba el Sur. Odiaba estar allí y pensaba que nos estábamos jugando el pescuezo a cada minuto. En cierto modo tenía razón, sobre todo si tenemos en cuenta el público para el que tocábamos, auténticos vaqueros. No eran, ni remotamente, salas de rock & roll”. Añade que “se veían muchos mexicanos entre el público. A mí me parecían indios. A un grupo muy grande de mexicanos les gustamos y los vaqueros tuvieron que callarse y dejar de tirar botellas”, prosigue Rotten en su autobiografía.

Malcolm fue una fuerza muy destructiva en esa gira por Estados Unidos. Él fue totalmente negativo, y realmente no pude ver el punto o el propósito de eso «. Tiempo después, el mánager de la banda declaró a Rolling Stone que «Nunca debimos haber tocado en Atlanta o Baton Rouge. ¿Cómo puede la banda escribir buenas canciones cuando tocan para estudiantes universitarios?».

5.1.78 Great South East Music Hall, Atlanta, Georgia, USA
6.1.78 Taliesyn Ballroom, Memphis, Tennessee, USA
8.1.78 Randy’s Rodeo, San Antonio, Texas, USA
9.1.78 Kingfish Club, Baton Rouge, Louisiana, USA
10.1.78 Longhorn Ballroom, Dallas, Texas, USA
12.1.78 Cains Ballroom, Tulsa, Oklahoma, USA
14.1.78 Winterland Ballroom, San Francisco, California, USA

Dame un pico

El primer concierto llevó a los Pistols al Great Southeast Music Hall de Atlanta, donde actuaron ante unas 500 personas sin grandes incidentes, salvo por la visita de Sid Vicious al Piedmont Hospital por un corte originado con un abrecartas en la casa de un seguidor de la banda. Su actuación fue breve y pobre. El fotógrafo Bob Gruen recuerda, en Por Favor, Mátame, que «me sorprendió la cantidad de gente de prensa que había. Diría que el público del primer concierto estaba formado en un 60 o 75% por periodistas. Y no era que la compañía de discos hubiese pagado a nadie. Todo el mundo había venido por su cuenta o por cuenta de su empresa«. 

La siguiente parada  les llevó a Memphis, donde abrieron con «Good Save the Queen» seguida de «I Wanna Be Me«. Fueron recibidos con aplausos. Mientras Steve Jones afinaba la guitarra, Rotten se dirigió al público: «¿Es verdad que sois fans de Dolly Parton?«. A lo que siguió un rugido de aprobación. Después llegaron las burlas del vocalista que fueron interrumpidas por un claro y contundente «fucking cunts» que Sid Vicious dirigió al respetable.  El bajista completó la noche acabando en el hospital de Memphis con «Give me a fix» («Dame un chute«) escrito en su pecho. El diario local Commercial Appeal de Memphis reseñó su actuación de la siguiente forma: «Parte del mejor rock and roll siempre ha sido hecho por los rechazados de la sociedad. Elvis empezó de esa manera; los Rolling Stones siguieron el camino; y Sex Pistols, indignando de forma directa a nuestros tiempos más abiertos«.

Sid Vicious salió de gira sin la gasolina necesaria para cubrir su creciente adicción a la heroína. En Texas se iba a coronar. Primera parada en Randy’s Rodeo de San Antonio. «Ese show en San Antonio es uno de los mejores shows de rock ‘n’ roll que he visto en mi vida«, dijo el fotógrafo Joe Stevens. “Rotten estaba en plena forma; los chicos se estaban volviendo completamente locos «. «El concierto de San Antonio fue realmente aterrador. Los fans no estaban delante. La mitad de la gente estaba allí por curiosidad, pero la otra mitad para causar problemas. La gente escupió al grupo y tiró latas de cerveza al escenario durante toda la noche. No era como los shows a los que estaba acostumbrada a ir» (en Nueva York), recuerda Roberta Bayley. El ambiente fue caldeado. Lanzamientos de latas, botellas y todo tipo de objetos. Sid no paró de provocar a la audiencia, mordiéndose el labio y guiñando el ojo. En un momento de la actuación, cogió el bajo por el mástil y lo lanzó contra el público, como se observa en el documental The Filth and The Fury de Julien Temple. Fue retenido y cacheado por la policía, pero le dejaron marchar. 

Tras San Antonio le llegó el turno al Kingfish Club de la ciudad de Baton Rouge, donde uno de los asistentes recuerda que «Finalmente, los Sex Pistols subieron al escenario. Mi primera impresión: estos chicos son realmente escuálidos. ¿Estos son punks? Esperaba algo más aterrador. Cuando comenzó el espectáculo, estaba ladeado un poco a la izquierda (escenario a la derecha), directamente frente a Sid. En su pecho desnudo estaba garabateado «GIMME A FIX» en Magic Marker … definitivamente podía sentir el poder. El volumen, de hecho, era tan intenso que era difícil escuchar las voces, al menos donde estaba«. La crónica de Smiley Anders para el Morning Advocate de Tulsa dijo que «el cuarteto con el cantante Johnny Rotten cantando letras anarquistas parecen unos Herman Hermits pasados de vueltas. Y lucen como las sobras de un triste velatorio de cuatro días, pero tocan un estilo duro de rock and roll primitivo que no es nada difícil de aceptar«.

Tras su paso por Luisiana, la caravana regresó al estado de Texas para actuar en el Longhorn Ballroom de Dallas, donde les esperaba un equipo S.W.A.T. armado hasta los dientes por si había desmanes. Sobre su actuación, además del habitual lanzamiento de tomates, latas, botellas, encendedores y todo tipo de basura, Barry Kooda, guitarrista de la banda local The Nervebreakers, recuerda que «si el bajo de Sid estaba enchufado, nunca tocó la nota correcta«.

La actuación en Dallas dejó la icónica imagen de Sid Vicious tocando ensangrentado. En la prensa local llegó a salir publicada una entrevista con una mujer de 20 años de edad que decía haber golpeado en la nariz al bajista. Ella era Lamar St. John, directora del documental Dead On Arrival, que dijo «hemos conducido muchas millas desde Los Ángeles para ver a Sex Pistols. Sabía que a Sid le gusta recibir una respuesta positiva de la audiencia, así que le di un golpe. Le di tan fuerte como pude, quería que sangrase por la nariz«.  

En Tenemos la bomba de Neutrones de Marc Spitz y Brendan Mullen, Hellin Killer, amiga de Lamar St. John y que también provenía de las Plungers de Los Ángeles, cuenta como se produjo. «Creo que fue el cabezazo que le di en la nariz. Había unas vallas alrededor del escenario, yo apoyé las rodillas y me agarré a las vallas para subirme, pero perdí el equilibrio. Yo estaba fumando, Sid y yo estábamos compartiendo un cigarro, y creo que él se agachó para pillarlo justo cuando yo salté para volver a encaramarme. Le di muy fuerte con la cabeza en la nariz y la sangre empezó a manar y a mancharle todo el cuerpo. Creo que esa foto dio la vuelta a todo el mundo«. 

Antes de llegar a California para actuar en San Francisco, la caravana de Sex Pistols tenía una fecha más, en Tulsa, estado de Oklahoma. Un concierto donde entre el público, según narran las crónicas, había agentes de policía y del cuerpo de bomberos infiltrados esperando a que los Pistols la liaran sobre el escenario. Pero fue en la fiesta posterior al concierto cuando el fotógrafo Bob Gruen recuerda que tras actuar en Tulsa, «Sid no buscaba nada, se lo encontraba. Era como un imán. Todo iba hacia él. A Sid le pasaban cosas rarísimas. Aquella misma noche, un veterano del Vietnam le pidió a Sid que lo hiciese con su novia mientras él miraba. Al cabo de un rato, volvió y dijo, «Acabo de cagarme en su boca». Yo le dije, «¿en serio? ¿Por qué lo has hecho?». «Su novia me ha dicho que quería que ella tuviera una experiencia inolvidable», dijo él«. 

Última parada

«Una de las razones por las que me quedé con Sid Vicious en el autobús durante la gira por Estados Unidos, conducir, en lugar de volar, de estado a estado, de concierto en concierto, fue para mantenerlo alejado de las drogas«, afirmó Rotten. «En el momento en que llegamos a San Francisco, de alguna manera u otra manera, Sid logró escapar y obtener heroína», señaló Rotten. «Como resultado … el show de Winterland fue un desastre«. 

«En San Francisco Sid estaba hecho una mierda. Lo único que quería era pillar drogas, y lo único que nosotros queríamos hacer era mantenerle alejado de ellas, costase lo que costase. Después del concierto, en casa de una chica, alguien le llevó heroína y sufrió una sobredosis«, rememoró Hellin Killer en las páginas de Tenemos la bomba de neutrones. Aquí comenzó un periplo de Vicious que le llevó de San Francisco a Los Ángeles y de allí a Nueva York, donde fue directo al hospital al sufrir una sobredosis en el avión. 

«Cuando finalmente llegamos a San Francisco, el grupo se estaba resintiendo de la presión«, recuerda Bob Gruen en Por favor, mátame. «Johnny jamás dio señales de sentirse atraído por nada ni nadie. Desde el primer día estuvo de un humor de perros. Todo era una mierda. Era tan cínico y sarcástico que siempre buscaba el aspecto negativo de las cosas«. Pero lo que no se resentía era el tirón de la banda que agotó entradas para el concierto del Winterland de San Francisco, al que acudieron 6.000 personas.

La ciudad del estado de California era la única parada del tour en la que había una escena punk establecida y activa en 1978, aunque Penelope Houston, cantante de Avengers que actuaron en el Winterland junto a The Nuns y Sex Pistols, explicó en Tenemos la bomba de neutrones que «vino gente de toda la Costa Oeste, pero si contamos a todos los que vinieron de L.A., e incluso a los punks de San Francisco y Seattle, sólo éramos unas seiscientas personas. Así que, ¿quiénes eran todos los demás? Basicamente eran chicos de las afueras y gente que había venido para ver a los freakies«.

«Los Pistols tocaron fatal en el Winterland. El concierto fue una mierda, pero no parecía importarle a nadie. todo el mundo estaba emocionado de ver a los  Sex Pistols«, declaró Legs McNeil, de Punk MagazineEl promotor Bill Graham dijo del concierto que «uno de los más deslumbrantes (recuerdos) es Johnny Rotten, que desafía al público a lanzar más tuercas, tornillos, medias y zapatos al escenario«. «En Winterland, tenía un resfriado. Sid no estaba tocando una nota, y ni siquiera estaba enchufado la mitad del tiempo «.

Johnny Rotten estuvo especialmente inspirado durante su actuación en el Winterland. Al genial e improvisado epitafio con el que cerró el concierto, hay que añadir que antes de comenzar el bis dijo otra sentencia lapidaria: «You’ll get one number and one number onlye ‘cause I’m a lazy bastard«. El único tema interpretado en el bis, por culpa del «cabrón perezoso» de John Lydon fue la versión de «No Fun» de The StoogesUn tema cuyo estribillo alteró haciendo presagiar el final de la banda, cantando «This is no fun, no fun / This is no fun at all, no fun,» en lugar de «It’s no fun to be alone«.  En su biografía, Rotten: No Irish, No Blacks, No Dog, explica que «me sentí engañado y no continué con eso por más tiempo. Era una farsa ridícula. Todo era una broma en aquel momento«. 

El fotógrafo Bob Gruen recuerda que al día siguiente voló a Nueva York, se encerró en su casa para preparar todo el material fotográfico de la gira que quería vender a los medios. «Por fin me tomé un respiro y fui al CBGB’s. Entré y me encontré a Johnny Rotten. Había volado desde San Francisco. «¿Has oído las noticias?», me preguntó. «¿Qué noticias?», le dijo yo. Me enseñó su camiseta que decía, «Yo sobreviví a la gira de los Sex Pistols». Johnny había escrito encima, «Pero el grupo no». «¿Qué quiere decir eso, Johnny?», le dije. «¿Tú que crees? Nos hemos separado», dijo Johnny. Se acabó. Malcolm y los chicos se han ido a Brasil, y yo estoy aquí. No vamos a seguir tocando juntos«.

La siguiente jugada de Johnny Rotten fue intentar convertirse en el frontman de Devo; mientras Steve Jones, Paul Cook y Malcolm McLaren marchaban a Río de Janeiro para grabar junto al criminal más buscado del Reino Unido; y Sid Vicious comenzaba el descenso final a los infiernos que iba a cobrarse su vida por una sobredosis de heroína en febrero de 1979. Todo eso también os lo contamos en el podcast de Radio Condenado titulado Miedo y asco a través de Estados Unidos, en el que hablamos de la gira estadounidense de Sex Pistols que acabó con el grupo.


Contenido sugerido: Podcast ‘Miedo y asco a través de Estados Unidos’

Radio Condenado Podcast #59 | Miedo y asco a través de USA
Pincha en la imagen para escuchar Radio Condenado Podcast #59 | Miedo y asco a través de USA

El concierto


Autor: Charlie Condenado


Fuentes:

40 years ago, the Sex Pistols wrecked San Antonio in one of the wildest shows in punk rock history, Hector Saldana, MySa.com
On Tour With The Sex
Pistols, John Spong, Texas Monthly
Was the Sex Pistols’ first US tour as destructive as reports says?, Alt Press
The Sex Pistols’ 1978 American Tour was an ill-conceived run that ripped the band apart, Corbin Reiff, Uproxx.com
When the Sex Pistols played the Longhorn Ballroom, Jeff Gage, DMagazine.com
The story of the Sex Pistols’ first and last US tour, Dave Swanson, Ultimeclassicrock.com
Por favor, Mátame. Historia oral del punk, Legs Mcneil & Gillian McCain, Discos Crudos
Tenemos la bomba de neutrones,
Marc Spitz y Brendan Mullen, Munster Books
Sex Pistols in San Francisco: The lewd, crude punk pioners ’78 invasion, Bill Van Nierkeken, San Francisco Chronicle
The Sex Pistols come to a chaotic endAndy Greene, Rolling Stone