The Vortex: Punks y soldados de fortuna juntos en el Londres del ’77

Uno de los primeros artículos que publicamos en la serie #TheStoryBehind fue el dedicado a la canción «A Bomb In Wardour Street» de The Jam. Un tema el que Paul Weller retrataba el ambiente que rodeaba a la escena punk del momento y, en especial, el de un club llamado The Vortex, en el Londres del año 1977. Era la forma que adoptaba los lunes la discoteca Crackers desde julio de 1977 hasta los primeros meses de 1978.

Una noche orientada al público punk, con conciertos, que por unos meses se convertía en una alternativa a The Roxy. Incluso preferida por las propias bandas que actuaban en ambos emplazamientos. Tras el club se encontraba John Miller. Una figura turbia que también utilizó a The Vortex como base de operaciones para otros negocios como la creación de un equipo de guardias de seguridad compuesto de ex-militares así como el reclutamiento de mercenarios para luchar en la Guerra de Angola.

Tras abandonar la propiedad de este club, Miller se cruzó en su vida con otro personaje del que hemos hablado anteriormente: Ronnie Biggs, el participante más conocido del robo del siglo al tren de Glasgow, fugado a Brasil y que se convirtió en cantante de Sex Pistols tras la marcha de Johnny Rotten por la gracia de Malcolm McLaren.


Conexión con The Roxy

Los lunes al punk

Un ambiente cargado

La triple MMM: Militares, machacas y mercenarios

La marca The Roxy

Cuando Johnny conoció a Ronnie


Conexión con The  Roxy

La idea de crear The Vortex no fue propia de John Miller. Fue robada a Andy Czezowski, fundador del primer club punk de la ciudad, Roxy; y Ray Rossi, manager de Slaughter & the Dogs. Mientras habían estando mezclando el álbum Live At The Roxy WC2 y planeando el concierto en Manchester de Slaughter, Johnny Moped, Eater y X Ray Spex, celebrado el 9 de julio de 1977 con más de 1.500 asistentes; habían empezado a mirar la posibilidad de abrir un club, una vez que Czezowski se había desvinculado del Roxy.

El propietario de la discoteca Crackers, en el 203 de Wardour Street, Terry Draper les propuso un acuerdo de 50/50 para abrir un nuevo proyecto. Czezowski comenzó la campaña de publicidad comentando esta posibilidad, contratando a los primeros grupos e incluso haciendo los primeros flyers. El 25 de junio la revista Sounds publicaba:

ZZZZ, BZZZZ, BZZZZ: No hay nada como un rumor, nada en el mundo. En este caso, el rumor es un POSIBLE nuevo club, POSIBLEMENTE dirigido por Andy Czezowski, famoso fundador del Roxy, POSIBLEMENTE en Berwick Street, Soho, con una POSIBLE noche de apertura a principios de la próxima semana … Recuerde dónde lo leyó primero. Posiblemente…

Llegó a comentar que barajaba dos nombres diferentes para el local: Void y Vortex. Sin embargo cometió un error… ¡no cerrar el acuerdo con Draper! O sí lo cerró, pero no fue respetado. Czezowski comentó lo siguiente en Sounds sobre su fracasada tentativa: «Puse todo en marcha y se veía bien, y luego descubro que él [probablemente Tony Draper] se deshizo de mí. Un día me presenté y dos matones en la puerta me preguntaron «¿qué quería?». Le dije: «Me estoy poniendo en marcha el club. ¿No me recuerdas? Tengo un acuerdo contigo para alquilarlo».» No, nunca te había visto antes «, respondieron. Ese fue el final de la historia, salí antes de estar dentro«.

La realidad es que Draper se había asociado con John Miller (también conocido como John McKillop), un ex militar irlandés, que tiene una versión muy diferente de cómo se montó el club The Vortex. En 1977, Miller estaba fuera del ejército e intentaba comenzar a proporcionar seguridad a los clubes nocturnos. Por casualidad, en una discoteca llamada Crackers ayudó al propietario a sofocar una situación complicada con algunos hooligans escoceses ebrios. Según Miller, le ofreció abrir el club los lunes por la noche, que era el día que cerraba, y, además, Draper se negó a cobrarle el alquiler. En cambio, el club se quedaba con la recaudación de la barra. 

Cartel del concierto de apertura del Vortex con Buzzcocks y The Fall (4 de julio de 1977)
Cartel del concierto de apertura del Vortex con Buzzcocks y The Fall (4 de julio de 1977)

Los lunes al punk

Miller era un oportunista bastante fanfarrón. Llegó a comentar que para la apertura iba a contratar a Sex Pistols. Sin embargo, se tuvo que contentar con un cartel más modesto, aunque no menos interesante, como es el que formaron Buzzcocks y The Fall. El flyer lo dejaba bien claro. Abierto cada lunes desde las 20.30 hasta las 2.00 AM y por tan sólo £1, aunque hemos leído que Miller en su libro dice que eran £2, a pesar de lo que se puede comprobar en la cartelería de los conciertos. 

Crackers en su versión The Vortex se transformó en un club esencial para la escena punk londinense durante los meses que estuvo abierto. Era un club que albergaba a una segunda fila del punk, bandas que todavía no estaban maduras del todo para actuar en el Roxy o, bien, alternaban ambos clubes. En el libro John Miller, Former Soldier Seeks Employment, 1990; el ex militar metido a gerente de un club punk explica cuál era la clave del éxito.

Las bandas de punk eran tan asquerosas que ningún otro club en Londres les dejaban tocar, hacían cola para tocar en el Vortex. Estaban tan desesperados por subir al escenario, que suplicaron que se les permitiera tocar el Vortex, gratis. Aparecían con su propio equipo de sonido, su propia iluminación, tocaban por nada y pasaban toda la semana pegando carteles en toda la ciudad anunciando su presencia en el club. En pocas semanas presentaba cinco bandas todos los lunes por la noche en el Vortex desde las 8 p.m. Hasta las tres de la mañana.

En su comparación con el Roxy, The Vortex presentaba algunas ventajas. En especial, el aforo de 650 personas, mucho más grande que The Roxy que era del tamaño de un servicio al comparar con el nuevo club punk de la ciudad. «También estaba abajo, pero había más espacio para pasar el rato. El bar era más grande, había más gente y el sonido era mejor. De hecho todo fue mejor. El Roxy era como un pequeño baño«, comentó Alan Lee Shawm, de The Maniacs). 

 Uno de los habituales del club durante los lunes por la noche declaró que «me encantó el Vortex: el Roxy era un agujero con un piso sucio y pegajoso, el Vortex era mucho más glamuroso en comparación. Venía tanto de esa tradición disco / glam como del rock. Recuerdo muchas paredes rojas, rojas, tal vez cortinas de felpa y espejos. Un bar en forma de L y una pista de baile«.  Otros comentaban la ruta que hacían: «Las noches de viernes y sábado eran en el Roxy. Luego el Roundhouse el domingo por la noche y el Vortex el lunes. No era tanto por las bandas como por pertenecer a algo y conocer gente con ideas afines«.

Los grupos también prefería a The Vortex. «Mucho más profesional. Era un lugar adecuado y mucho más grande, con un gran escenario para tocar. La acústica era buena también. Todo fue más apretado y mucho mejor gestionado. Ambiente diferente, pero igual de bueno. Yo lo preferí igual. El público era más rock en comparación con Roxy y su muchedumbre punk.«, Faebhean Kwest, de Raped

Un ambiente cargado

En la canción «A Bomb In Wardour Street» de The Jam se habla del ambiente violento que rodeaba a la escena punk de la época, pero en especial se señalaba a The Vortex como un sitio desagradable con multitud de broncas. «Fue un tiempo muy violento. Cada concierto era una pelea. Mencioné The Vortex en una canción porque particularmente tenía un ambiente horrible y molesto«, reconoció a NME.

Zecca Esquibel, de Cherry Vanilla, explicó que en aquella época «no había violencia en el Roxy, pero sí en otros lugares y fue principalmente alimentada por el alcohol. No por parte de los punks originales, sino de los jóvenes suburbanos que llegaron más tarde y que querían ser más punk que nosotros. Los hooligans de los suburbios que vinieron después fueron agresivos y recuerdo que una noche afuera del Vortex me metí en problemas cuando alguien que llevaba un par de pantalones de Vivienne Westwood, obviamente, un crío de los suburbios que nunca antes había estado en un club punk. Tuve la desgracia de abrir la boca y decir ‘Oh £ 75 para ser un verdadero punk’. Bueno, fue la cosa más estúpida que alguna vez dije y nos metimos en una pelea«.

Especialmente caldeados estuvieron las tres actuaciones que Sham 69 hicieron en el club. Christian Paris, de The Bears, recuerda «haber asistido a un concierto de Sham 69 en el Vortex y estalló una gran pelea y pensé qué demonios estaba pasando. El punk iba cuesta abajo. Nunca vi peleas en ningún otro concierto de punk y, desde luego, ninguna en el Roxy«. Gareth Holder, de The Shapes, señala que:

The Vortex era un basurero. Eso sí, el Roxy también, pero nunca me gustó el Vortex. Simplemente no tenía el ambiente. Recuerdo más violencia en The Vortex. El Roxy podría volverse loco, pero no recuerdo ninguna de las grandes peleas como las que a veces sucedieron en el Vortex. Por supuesto, gracias a Sham 69 y sus colegas que no tomaron una postura en contra de la violencia y la participación de la derecha hasta que fue demasiado tarde, hubo un momento en el que ir a cualquier concierto podía degenerar en violencia.

Una de las mayores peleas desatadas en The Vortex fue durante un concierto de Skrewdriver junto a The Tickets, The Menace y The Mutations. No se debió a la música ni a la presencia de skinheads pertenecientes al British Movement ni al National Front. Kevin McKay, de Skrewdriver, recuerda los hechos:

«Acabábamos de organizar una gira de 26 fechas y el primer concierto principal fue el Vortex. Suggsie (más tarde cantante con Madness), nuestro roadie, estaba al lado del escenario. Todos los skinheads que estaban allí eran del Arsenal, West Ham y Chelsea, y tan pronto como empezamos la primera canción, comenzaron las peleas. No luchaban entre sí, sino contra todos los guardias y el personal del bar. Seguimos tocando y los golpeaban con sillas y con todo lo que pillaban. Terminó con una flota de ambulancias afuera a las 10.30 de la noche y con todo el personal en ellas, así que tuvieron que cerrar el club«.

La triple MMM: Militares, machacas y mercenarios

Otro de los elementos que formaba parte del ambiente tenso del Vortex era los miembros del equipo de seguridad reclutados por Miller. Los machacas de los clubes de Londres depararon algunos de los episodios más negros del punk en esta ciudad como, por ejemplo, en noviembre de 1977 en un concierto de Sham 69 en un pub por la zona de King Cross.

Uno de los asistentes, Henry Bowles fue erróneamente confundido con la persona que había vaciado un extintor, fue expulsado y golpeado hasta acabar inconsciente. Trasladado al hospital murió posteriormente sin recuperar nunca la consciencia. Los dos porteros autores del asesinato fueron sentenciados únicamente a 3 meses por «asalto«. 

En The Vortex también iban a sucederse episodios de violencia entre punks y seguridad. Y no sólo hablamos de público asistente, también de artistas. En su libro, Miller recuerda un episodio con Ari Up de The Slits, quién meó en el escenario por lo que fue agarrada, zarandeada y expulsada por los porteros. El propietario recuerda que:

Antes de que llegaran a mi altura, giró la cabeza hacia un lado y clavó los dientes en la mano de Freddie, que comenzó a sangrar. Fue una reacción visceral. Freddie levantó su mano libre y golpeó en su cara. Y ella quedó inconsciente … ambos estábamos preocupados de que Freddie le hubiera roto la mandíbula o tal vez, incluso, el cuello. Pero después de un minuto o dos ella volvió en sí. Se puso de pie con dificultad y escupió directamente a la cara de Freddie.

El equipo de seguridad del Vortex estaba compuesto por antiguos militares que habían abandonado el ejército y se empleaban en agencias de seguridad. Sin embargo, Miller no sólo les utilizaba con porteros del Vortex. Otra actividad en paralelo que desarrollaba era su captación para ser enviados como mercenarios a la Guerra de Angola. El más sanguinario de todos los mercenarios que participaron en aquel conflicto fue el Coronel Callan, que ejecutó a 12 de sus propios hombres además de asesinar y torturar a civiles. Curiosamente, él había trabajado como portero en una de las mejores discotecas de Londres antes de partir hacia el país africano.

George Webley, de Blitz [el grupo de Londres], recuerda que «a veces aparecías en The Vortex y había todo un ejército de gorilas, chicos realmente duros que se dirigían a Angola. Era su punto de encuentro. En tres o cuatro días nunca volverías a ver a estas personas. O tal vez lo harías en seis meses. Todos eran militares y se portaban bien, aunque de vez en cuando golpeaban a alguien y cuando lo hacían, esa persona no regresaba durante algunas semanas«.

La marca The Roxy

John Miller no había llegado a dirigir un club porque fuera su vocación ni porque fuera un punk militante de la época. Su intención era la de montar una empresa de seguridad y para ello necesitaba dinero. Lo cierto es que las cosas le iban muy bien al frente del Vortex. Se embolsaba cerca de £1.000 libras cada lunes y, ocasionalmente, el club también acogió conciertos en la noche de los martes. El modelo de negocio aplicado por el ex militar era bastante sencillo. No pagaba alquiler, no pagaba casi nada a las bandas que tocaban y se quedaba al completo con la taquilla. 

A pesar de que les iba bien, a Miller con la taquilla y a Draper con la caja de la barra, ambos vieron que podían sacar más partido a la escena punk de la capital británica. Por ello, The Vortex se convirtió en algo más que un club. En una marca que también acogió el primer café-tienda de discos que abría 24 horas los 7 días de la semana, en Hanway Street; un ambicioso fanzine y un sello discográfico. La estrategia a seguir con el café era clara: un lugar abierto al que podían acudir los punks tras cerrar el Vortex y el resto de los días de la semana. Particularmente interesante fue su concierto de inauguración que contó como grupo estrella con Sham 69, que acaban de firmar con Polydor. Sin embargo, esta historia merece todo un spin off que publicaremos en breve. 

The Vortex Cafe no duró mucho tiempo. La aventura del fanzine tampoco fue mucho más exitosa. Fue un proyecto fantasma de dos números. La idea de su creación es que sirviera como instrumento de publicidad de sus actividades en el club, en el café y como sello. Para el primer número se diseñó una tirada de 15.000 ejemplares que tras tener cerrados los anunciantes se vio reducida a 3.000. En la portada del primer número salía Jimmy Pursey con la leyenda «Jimmy Pursey Is Innocent, OK«, siguiendo la línea de la campaña de George Davis Is Innocent que apoyaba Sham 69. Para aumentar la leyenda negra, el editor del fanzine, Mathew Nugent contó en el número #1 de Trick que había sido «golpeado en circunstancias misteriosas«, pero no dio más detalles.

La última idea de Miller para sacar dinero del punk fue crear un sello cuyo primer lanzamiento iba a ser un disco en directo de las bandas que tocaban en The Vortex. Esta idea tampoco fue original suya. Copió lo que había hecho The Roxy con el disco Live At the Roxy WC2. Además, consiguió el apoyo de la discográfica Island para la distribución de todos los lanzamientos de Vortex Records.

Live At The Vortex incluyó a The Maniacs, Suspects, Wasps, Neo, Art Attacks, Bernie Torme y Mean Street. La previsión de ventas fue de 50.000 copias, algo que distó mucho de la realidad. Miller explicó en su libro que «Incluso gané más dinero con un álbum de producción propia: Live At The Vortex, con las bandas más detestable de nuestro tiempo. Debe haber sido uno de los peores discos jamás hechos, pero fue aclamado como un gran avance de la New Wave Punk. Todo se estaba volviendo extremadamente estúpido«. 

Cuando Johnny conoció a Ronnie

A comienzos de 1978, John Miller tenía claro que The Vortex y la escena punk son algo que dejar atrás para centrarse en la empresa de seguridad. «Creció demasiado rápido para nuestro beneficio. Comencé a cansarme de las ruidosas bandas de punk. Tenía el dinero para poder pagar a verdaderos músicos de rock and roll, talentosos y respetados y empecé a sentir la necesidad de cambiar de mercado«, cuenta en John Miller, Former Soldier Seeks Employment

Sin embargo, un personaje cómico del ‘punk’ volvió a cruzarse en la nueva etapa profesional: Ronnie Biggs. En 1981, John Miller volvió a dar noticias cuando junto conotros ex militares llevaron a cabo la llamada Operación Anaconda. Una idea para ganar popularidad para la empresa de seguridad que había montado. Para ello, nada mejor que retornar al prófugo de la justicia más popular del Reino Unido: Ronnie Biggs, que había sido vocalista por casualidad en un single de Sex Pistols. El punk volvía a cruzarse en su  camino…

El plan fue un auténtico disparate del cuál se hizo eco los grandes medios de comunicación de todo el mundo e incluso para un documental de Channel 4, Kidnap Ronnie Biggs, en 2005. Según publicó el diario The Guardian, «John Miller, también conocido como McKillip, Fred Prime y Norman Boyle» secuestraron a Biggs de Río de Janeiro, donde residía desde 1979. Se presentaron como ex militares, ganaron su confianza, le invitaron a acompañarles a visitar un paraje de película, le metieron en un avión con destino algún lugar de la costa donde fue embarcado en un yate que le llevó a Barbados, donde fueron retenidos por las autoridades locales. Finalmente, Biggs solicitó que fuera devuelto a Brasil, algo que le fue concedido y no volvió a pisar territorio británico hasta 2001, cuando regresó voluntariamente e ingresó en prisión a pesar de su edad y estado de salud. 

La marcha de John Miller de la dirección de The Vortex no significó el final del club, aunque no le quedó mucha vida. Unos dueños más ambiciosos que llegaron con la idea de llevar los grandes nombres del punk a la sala pero que cerraron en marzo de 1978 porque nunca consiguieron su propósito. El 20 de marzo de 1978, The Vortex acogió su última actuación que estuvo liderada por Radio Birdman

Echaba el cierre uno de los clubes clave en la escena punk del Londres de 1977, quizá no tan icónico como Roxy Club pero también muy importante. Un club donde los lunes por la noche se juntaban punks para ver a bandas en directo y compartir juerga bajo la atenta mirada y vigilancia de unos porteros procedentes del sector militar que había reclutado el siniestro personaje de John Miller. 


Autor: Charlie Condenado

Photo credit: Derek Ridgers


Fuentes:

Este artículo no hubiera sido posible sin la información sobre The Vortex contenido en la web www.punk77.co.uk y en el libro The Roxy London Wc2: A Punk History.
From the archive, 25 March 1981: Kidnapping of Ronnie Biggs ends in farce, artículo de Nick Davies, publicado el 25 de marzo de 1981 en The Guardian

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